Los muros que no se derrumban
El decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales opina sobre el deterioro y el derrumbe de la Casa del Brigadier.
Debimos haber hablado cuando nos callamos. Debimos haber denunciado cuando nos escondimos. Debimos haber visibilizado cuando nos parecía “normal”. Debimos apuntalar cuando vimos inminente el derrumbe.
La Casa del Brigadier López es la casa de la Independencia en Tucumán, la casa de Sarmiento en San Juan, el Palacio de Urquiza en Entre Ríos. La Casita de Tucumán no se cayó. Tampoco la de Sarmiento, ni el Palacio de Urquiza. En esas provincias nadie dijo nada, porque nada se derrumbó.
En Santa Fe, la Casa de López se cayó y el silencio fue absoluto. Las repercusiones tuvieron mucho que ver con la archivística, algo con la museología, poco con la arquitectura y urbanística… pero nada con lo que esa Casa representa. El silencio nos interpela y por ese silencio rendiremos cuentas.
Si se derrumbara la Casa de Tucumán, callaría la Independencia. En San Juan, callaría la educación pública y el progreso. En Entre Ríos, callaría la libertad de los pueblos.
En Santa Fe, con la Casa de López se desplomó la majestad de nuestra Constitución, la enseña del Federalismo y el coraje cívico.
La Casa de López simboliza la Constitución de todos los santafesinos, la que está por cumplir 200 años. Es la primera en el continente, después de las constituciones de EEUU, y es la primera de la República Argentina.
La Casa de López es la casa de los derechos y garantías de todos los hombres y mujeres del mundo que quieran habitar en estas tierras nuestras.
Cuando pretenden modificar la Constitución de los santafesinos para perpetrarse en el poder, invocando la cantidad por sobre la calidad, vuelven a derrumbar un muro de la Casa de López: la representación federal de su territorio.
Cuando pretenden imponer magistrados a nuestras comunidades haciendo abuso de las facultades ejecutivas, cae otro muro de la Casa: el equilibrio republicano de los poderes.
Cuando una maestra entra a una comisaría para denunciar un delito y más tarde, aparece muerta, derrumban un muro maestro de la Casa de López: la sacralidad de la persona humana.
Cuando la tasa anual de homicidios deja a Santa Fe como la provincia más violenta de la Argentina, precipitan el muro de la seguridad y de la protección de los ciudadanos.
Cuando el diputado que preside la Cámara compara a Hitler con el Presidente de los argentinos, intenta derribar el sólido muro de la memoria.
Ahora los mismos cobardes quieren difamar a una docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y derruir otro muro de la Casa de López.
Deben saberlo, se lo decimos de viva voz, alta y clara, la honorabilidad y la decencia jamás tienen precio.
Necesitamos contar los santafesinos con muros perennes. Contar para el país con una vergüenza menos y una libertad más
Porque los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan.