El fuerte relato de la vecina que entró a la casa
La mujer que vive en en el domicilio lindero al lugar donde se encontraron los cadáveres de Rafael Espino y Mónica Rampazzo, narró los detalles del interior de la casa en Francia al 1100.
La imposibilidad de comunicarse con los dueños de casa con el correr de los días y el fuerte olor que salía del domicilio, fueron los datos que llamaron la atención de la empleada doméstica de la familia que vivía en Francia al 1.100. Ante este panorama, la mujer decidió llamar a la Central de Emergencias 911.
Pero aunque estos detalles daban indicios de que algo extraño pasaba dentro de la casa, la escena que encontraron los que entraron superó lo imaginado. Al llegar, los policías accedieron por los techos al patio de la casa: desde ese lugar vieron los cadáveres de la pareja tirados contra la puerta de la cocina, la reja de entrada abierta.
Ante este panorama, la fiscal Gioria dio autorización a la policía para entrar a la vivienda, y junto con los efectivos ingresó Amalia, la vecina de la casa lindera. La mayor preocupación en ese momento era saber en qué estado se encontraba Rodrigo, el hijo del matrimonio que padece cuadriplejia y parálisis cerebral, y dependía completamente de sus padres.
En diálogo con el móvil de LT10, la mujer dio detalles de la macabra escena. Sin dudarlo, y con la desesperación de socorrer al chico, Amelia entró a la casa y se encontró con la escena de "muchísima sangre" y sobre esta, los cuerpos de Rafael Espino (62) y Mónica Rampazzo (57): ella yacía a un costado del cuerpo de él, que estaba ubicado boca abajo. En la casa no había signos de desorden ni puertas violentadas; los televisores de la casa estaban encendidos.
Sobre el cuerpo de la mujer había una piedra, y sobre su mano, un cuchillo de cocina. Ambos elementos fueron secuestrados por los peritos de la Policía de Investigaciones. Además, se secuestraron las llaves y la documentación de camioneta Renault Duster que los policías no encontraron en la cochera de la casa ni estacionada en la vereda.
La vecina abandonó la escena principal corriendo, y llegó hasta la habitación en la planta alta donde se encontró con el joven: "pensé que no estaba vivo", relató sobre el muchacho de 35 años que tenía los ojos cerrados y estaba casi cayéndose de la cama.
Amalia trató de hacer reaccionar al joven: lo movió, lo llamó por su nombre y ahí es cuando Rodrigo abrió los ojos y empezó a comunicarse mediante sonidos. Aliviada, la mujer se quedó cuidándolo y brindándole los primeros auxilios antes de que el joven fuera trasladado al Hospital Cullen.
Audio: Escuchá el relato de la vecina que entró a la casa
Su navegador no soporta audio HTML