A veces en la vida ocurren situaciones que no deberían suceder, sobre todo cuando existen razones suficientes que justifican la equilibrada armonía en la convivencia de hombres de buena fe basados en valores y principios humanos que nada tiene que ver con la eventual circunstancia que los convoca la vida a realizar en conjunto una determinada tarea, trabajo o desempeño.
En esta ocasión, nos referimos a nuestro respetable amigo de la casa Eduardo Domínguez, que por su brillante y excelsa profesionalidad logró hitos deportivos en nuestra institución que seguro van a trascender en el tiempo enriqueciendo la hermosa historia de nuestro querido Colón y colmando a nuestros corazones de orgullo.
Pareciera que en el momento de saludarnos sentíamos una rara sensación de despedida que no queríamos vivir, pero a su vez percibimos al instante el seguro convencimiento de que Eduardo tendrá un pronto retorno, donde volverá a otorgarnos un generoso tiempo de gloria.
Gracias a todo su equipo de trabajo por la responsabilidad permanente, su digna tarea y manifiesta cordialidad, aportando cada día sus valiosos conocimientos para alcanzar importantes objetivos y resultados .
Hasta siempre Eduardo y familia. Colón y Santa Fe te lo agradecen.