Tras la fuga de Silvina Brítez, la mujer del narco paraguayo que se encuentra prófugo, el juez federal de Reconquista, Aldo Alurralde, dio algunos detalles del suceso.
Brítez cumplía prisión domiciliaria en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero a las pocas horas del escape de su marido se descubrió que no estaba en la pensión donde habitaba. No obstante, ahora el magistrado asegura que “n tenía mucha chance de seguir, con una criatura, prófuga”, ya que “había cierta localización respecto del lugar donde estaba”. Por eso, la mujer se entregó en una comisaría de Morón.
Ahora, “le revocaron la prisión domiciliaria y fue remitida a una cárcel común, específicamente a Ezeiza”, junto a su bebé (e hijo del narcotraficante).
Alurralde explicó que “en las detenciones domiciliarias la Ley de Ejecución de Penas Privativas de la Libertad (Nº 24.660) prohíbe que el control de la detención domiciliaria sea realizado por fuerzas de seguridad”. Es decir, no se puede poner dos policías en la puerta de esos lugares donde está ese tipo de presos. Así, en este caso Brítez quedó a cargo del Patronato del Liberado, que no podía hacerse cargo de su custodia las 24 horas del día sino unas pocas veces por semana.
En cuanto al escape de Miguel Antonio Ferreira Vera, el juez contó que “fueron los mismos presos los que le avisaron a la fuerza policial que faltaba uno” y que el delincuente “cortó un alambre, o sea que tenía una herramienta para hacerlo, y aprovechó el punto ciego de las cámaras”.
Por todo ello, actualmente se está investigando cómo y cuáles fueron los controles, y la responsabilidad penal “de todos los que tenían a cargo la custodia, todos los que tienen que darle explicaciones a la sociedad”.