Este grupo tiene la tendencia a demorar algunos ritos de pasaje a la vida adulta y tratar de conservar rasgos de la adolescencia, en la que experimentaron la sexualidad precozmente respecto a la generación de sus padres. Pero se tornan indecisos a la hora de fijar un compromiso.
Priorizan el bienestar inmediato, porque por ser hijos de la era tecnológica, naturalizaron la inmediatez del "todo ya" y necesitan estar presentes en todo momento.
Una cuestión a tener en cuenta es cómo se toman la sexualidad, ya que no todo pasa por la comodidad del acceso a las parejas a través de aplicaciones como Tinder, sino del modo de vivir estas experiencias. Más allá de lo formal, desean pasarla bien, tener sexo casual y sin ataduras, Además, evitan la búsqueda " face to face", lo que tal vez encubra un miedo al rechazo no virtual .
A la par que están con varias pantallas abiertas en el celular o en la computadora, pueden estar con dos o tres parejas a la vez. Es que necesitan estar atentos a varios estímulos. Este narcicismo incrementado, seguramente producto de su crianza, les impide tolerar la frustración y carecen de capacidad de postergación.
A su vez, tampoco suelen conservar mucho tiempo el trabajo en un lugar, menos aún si es estructurado, pues ellos necesitan un ambiente cómodo, agradable y flexible con los tiempos, en el que también puedan usar la tecnología.
Estas características nos llevan a pensar que en los millennials, la frontera entre lo virtual y lo real está separada por una fina hebra de hilo.
Sin embargo, sí conservan el sentido de familia como tal, aunque surgen nuevos paradigmas en las que la horizontalidad y el intercambio dialogado se vincula con la inmediatez. Por otra parte su criterio de cómo se componen es más dinámico e incluyen la diversidad sexual.
Por eso, pienso que se debe tratar de entender a estas nuevas subjetividades, con todo lo enigmático, pero evitar todo tipo de comparaciones de valor.
*La Dra.Felisa Lambersky de Widder es médica Pediatra y Psicoanalista -miembro titular (APA)