La Manzana Histórica de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), declarada Monumento Histórico Nacional por Ley 27.416, fue el primer edificio construido para una universidad pública argentina luego del movimiento reformista de 1918. En la semana del Centenario de la Reforma y de cara a los cien años de la Universidad, que se cumplirá en 2019, avanzan las tareas de restauración y puesta en valor de la construcción.
“El edificio es muy noble en sus características constructivas pero el paso del tiempo en las techumbres, en las fachadas, y en especial en el área del pórtico principal, donde se concentra la mayor cantidad de ornatos, que son postizos, marcan su deterioro”, explica Marcelo Saba, director de Obras y Servicios Centralizados de la UNL.
Una primera etapa de trabajo involucró indagar en archivos para buscar toda la documentación que permitiera conocer más cabalmente el edificio. Los equipos de la Dirección de Obras y Servicios Centralizados de la UNL, a través de la oficina de Planificación edilicia a cargo de Ramiro Piva, recurrieron al Archivo del Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública (CEDyAP), del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación y ampliaron la información con la que ya contaban en los archivos de la Universidad. Allí se recogieron más de 500 planos originales, hoy digitalizados, elaborados por los profesionales que proyectaron la construcción de la Manzana Histórica. Y esos planos revelan algunos aspectos desconocidos hasta hoy de la edificación del Rectorado de la UNL.
“Necesitamos saber cómo se construyó este edificio, hacer una deconstrucción para poder llegar a un buen diagnóstico y encontrar y definir las técnicas adecuadas y materiales precisos que se utilizarán en el proceso de conservación y de restauración”, agregó María Laura Elías, arquitecta especialista en Ciencia y Tecnología del Patrimonio que aportó novedosas metodologías de trabajo a la oficina de Planificación edilicia de la UNL.
Diagnóstico y plan de trabajo
Luego de contar con la documentación que permite un conocimiento más acabado del edificio, se trabajó en una comisión con aportes de investigadores de las facultades de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), de Humanidades y Ciencias (FHUC), de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS) y del Programa Historia y Memoria de la UNL. Se elaboraron los fundamentos para la declaración de Monumento Histórico Nacional. Todo este informe, se presentó ante el Consejo Social, órgano consultivo de la Universidad, y se recogieron todos los aportes. Luego se coordinaron las tareas a encarar con el Master Plan de Infraestructura y Puesta en Valor de los Edificios Patrimoniales, área recientemente creada en la Universidad, a cargo de Miguel Irigoyen.
En una segunda etapa de trabajo, se convocó a una comisión asesora de la FADU que hará un seguimiento y asesoramiento de las tareas in situ, integrada por las investigadoras Adriana Collado y María Laura Tarchini. A la vez también se han convocado asesores externos que realizan su aporte desde disciplinas diversas para no dejar ningún detalle librado al azar en la planificación de la restauración, ya que para abordar un proyecto de esta complejidad la multidisciplina es el camino indicado.
La documentación digitalizada revela detalles que permitieron a los profesionales de la UNL realizar un relevamiento métrico y recopilar información técnica y relativa a las tecnologías constructivas de la época. Esta tarea se complementó con un seguimiento de fotos históricas que permiten reconstruir cómo fue la edificación del Rectorado de la UNL.
Tarea para la ciencia
A fines de 2017, se armaron los andamios frente a la fachada, se realizaron cateos y ensayos in situ, además se hizo un relevamiento fotográfico y visual, y se utilizaron instrumentales como detectores de metales y de humedad para identificar patologías y obtener muestras de materiales. Se buscaron y determinaron patologías físicas, mecánicas, químicas y biológicas, donde la más problemática y la más importante detectada se relaciona con la oxidación de los hierros estructurales dentro de los ornatos, por la tecnología constructiva que son del pre moldeado.
Las muestras de material recolectadas fueron enviadas al Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT) dependiente de la Comisión de Investigaciones Científicas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia de Buenos Aires, para determinar la composición del material, caracterización físico química, estado de conservación y patologías actuantes en la misma, y se harán pruebas sobre la composición de materiales. Esta institución tiene una amplia experiencia en estudios científicos del patrimonio artístico, arqueológico y arquitectónico.
“Es un trabajo específico en el que intervienen químicos, biólogos, ingenieros en materiales para aseguramos la más alta calidad en los resultados, y así definir los criterios de intervención y proyectar las adecuadas técnicas de restauración de la Manzana Histórica de la fachada principal del Rectorado”, indica Elías.
Para ello, además del relevamiento de muestras de las diferentes patologías, se trabajó con fotogrametrías. Se trata de una tecnología que permite reconstruir en 2D y en 3D una superficie o espacio a partir de fotos tomadas desde distintos ángulos por un drone.
En el subsuelo
Los arquitectos descubrieron detalles de la construcción edilicia que no eran conocidos. “Por ejemplo: el armado completo del edificio está sobre elevado, el proyectista pensó en la jerarquía que le daría a la construcción, y el retiro de la fachada también tiene que ver con romper la monotonía del bulevar. A la vez nos permitió conocer una bondad técnica que no habíamos descubierto: la manzana está conectada por un sistema de bovedillas que une todos los subsuelos”, asegura Marcelo Saba.
En estos espacios, que van de los 55 cm a los 1,10 metros en los semi sótanos de la Manzana Histórica se colocarán las instalaciones de servicios y refrigeración, informáticos y de comunicación que se conectarán por ductos existentes con los equipos situados en terrazas técnicas. Así se podrá liberar al edificio de los equipos que alteran la armonía de su construcción.
“Lo novedoso en el proceso que estamos haciendo, y aunque no podemos decir que no se haya hecho antes, pero sí remarcar que es una experiencia que es llevada adelante por un equipo transdisciplinario y utilizando recursos tecnológicos y científicos, que persigue alcanzar los máximos niveles posibles dentro de los estándares internacionales sobre preservación del patrimonio”, opina Elías.
La restauración completa del edificio declarado Patrimonio Histórico Nacional es un proceso que se inició hace cuatro años con el reacomodamiento de espacios, se está trabajando en la preservación de la fachada y los trabajos continuarán más de un año para completar la puesta en valor de la Manzana Histórica camino al Centenario de la UNL.