Mandamiento número uno del hincha de Boca o de River. Cuando se juega un Superclásico, hay que verlo, no importa dónde uno esté. En el caso de Mauricio Macri, fanático Xeneize y presidente de la Nación, no existe lugar para la excepción.
De viaje en Nueva York para asistir a la Asamblea de la ONU, a dónde lo acompañaron su mujer, Juliana Awada y una reducida comitiva oficial, el Presidente sufrió con el duelo entre su equipo y el "Millonario", disputado en La Bombonera. Hospedado en un hotel más económico que su última vez en "La Gran Manzana", Macri eligió descansar en sus primeras horas en Estados Unidos, luego saludó a periodistas, a la gente que se acercó a saludarlo y por supuesto, vio el partido.
Así lo refleja Clarín, que resume mejor que nadie a Macri: "El Presidente no descuida la suerte de Boca ni en los momentos más críticos del Gobierno".
El dato color es que, antes del partido, Macri y Awada almorzaron con Nicolás Dujovne y su esposa, Carolina Yelatti. Las hijas de ambas van a la escuela juntas. El Ministro de Economía llegó a Nueva York en un vuelo de línea comercial. El dato es que Dujovne es hincha de River y también vio el Superclásico, pero lejos de su Jefe. También estuvo Esteban Bullrich, otro hincha de Boca, aunque de él no se supo si vio o no el duelo entre los dos equipos más importantes del país.
Cuenta Clarín que "River terminó por amargar al Presidente, que vio el clásico en la soledad de su suite. "Por suerte", acotó un colaborador entre risas. El resto de los funcionarios hizo lo mismo".
Así las cosas, Macri pasó mal sus primeras horas en Nueva York, no pudo evitar la tristeza de perder el Superclásico y se recluyó en la soledad de su habitación. En las próximas horas hablará ante la ONU, mientras sigue esperando que, paradójicamente, lo salve un hincha de River. Hablamos de Dujovne, claro, hombre clave en las díficiles negociaciones con el FMI. Cosas de la política y del fútbol.