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Miércoles 16 de Abril de 2014 - 00:15 hs

Goity: “Todo lo que hago en mi carrera tiene riesgo artístico”

El protagonista de ¿“Quién es el Sr. Schmitt?” defiende al teatro comercial y dice que llegó a su lugar después de haber trabajado mucho. Y no oculta que algunos lo envidian.

 Hoy estrena ¿Quién es el Sr. Schmitt?

y asume: “es la primera vez ... en 30 años ... que actuó solamente en una cosa.” ¿Por?


¿Estaré más grande? Se dio y está bien. Trabajé mucho y quiero saborear más. Siempre estuve haciendo televisión con cine y teatro, todo junto.

¿Qué cansa de jugar en esos formatos?


No me cansa, al contrario, me energiza, pero trabajar así te quita tiempo para otras cosas y tengo hijos chicos ...

¿Cuántos?


Uno de trece y otro de siete.

¿Es incompatible disfrutar tu trabajo a fondo y mantener un núcleo familiar estable?


No creo que sea incompatible. Me pasa que quiero llevar a mis hijos al colegio, estar con mi mujer. Los ensayos de teatro duran ocho horas diarias, no es joda. Y mirá de la locura que te hablo si mezclás: haciendo tiras arrancás a las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Después vas a ensayar o a hacer una función, o dos, depende. O sea, es mucho tiempo, me encanta, pero quiero estar más alcance de los míos.

¿Cómo desconectás el clima de ensayo para ir con tu lado afectivo más cercano?


Nada especial. Es como cuando vos llegás a tu casa y te encontrás con los tuyos.

Pero un actor tiene otro tipo de materiales. Llamalos emotivos, si querés.


Vos trabajás con lo mismo, hay cosas que te afectan y otras que no. Es más, si llegara a mi casa colgado de un personaje tendría que ir al psiquiatra. Cuando me junto con colegas, si uno viene en esa frecuencia lo gasto.

¿Pasa seguido?


Hay muchos mentirosos que “actúan de actores”. En nuestra profesión, o nuestra vocación -me gusta llamarla así- es verdad que se juegan muchas cosas. Lo más difícil no es lo que pasa adentro, sino afuera. Lo que los demás creen que uno es.

¿Qué se cree de vos “el afuera”?


Se generan prejuicios, la opinión de gente que no viste en tu vida y habla de vos como si te conociera. Me pasó con críticas que han hecho de mí y te quedás preguntando “¿por qué?” ¿Qué cambiaría esa mirada de la “crítica” a la de cualquier espectador?


Cambia ... Hay cosas con las que empezás a dudar más allá de la bronca de tu ego herido.

Pero vos tenés prestigio y conseguiste popularidad. Debe ser complicado sostener eso.


Sí, es verdad, pero no me quejo. Tampoco me siento un mimado, hace doce años que no estoy nominado a ningún premio de teatro. Y en ese tiempo hice grandes éxitos. De hecho, en Las jaulas de las locas a Miguel (Angel Rodríguez) y a mí nos destrozaron. Tampoco soy un desclasado, ojo. Lo más jodido es la exposición.

¿Cuándo se te volvió peligrosa la exposición?


Cuando te volvés popular, especulan sobre tus cosas privadas. De hecho hoy, en general, lo que más se destaca en los suplementos de espectáculos es la vida privada, no la capacidad de los artistas. No se trabaja sobre lo artístico, sino sobre el “escándalo”.

¿Y qué hacemos con esta entrevista?


Bueno, hay privilegiados, a veces, como yo, que podemos hablar de lo nuestro. A ver, a mí me robaron un reloj y tuve 60 llamados por teléfono de todos los medios. Y ahora estreno una obra y gracias que venís vos. Mi trabajo ya no es lo más relevante.

¿Se altera tu rol en una obra por esto?


Para nada. Se denigran los valores; son las reglas del juego, ya sé. Ahora, convengamos que el juego es muy berreta.

Estéticamente, ¿en el teatro comercial asumís riesgos?


Yo todo lo que hago tiene un riesgo. Cantar y bailar en Los Locos Adams es riesgoso. No entrás a esos lugares por acomodo, sino porque sos bueno.

Ni porque Goity es Goity y convoca.


Goity es lo que es porque se peló el orto, porque me lo gané. Muchas veces se dice de tal “lo hace de taquito” como algo peyorativo, pero no es así. Si lo hacés de taquito es porque sos un genio. No cualquiera lo hace de taquito. Claro que hay riesgo artístico y económico, porque si no te va bien no te llaman más. ¿Qué riesgo hay en el off? Si no te va bien, te vas y listo.

En ese sentido ¿esto que estrenás supera a las obras del alternativo?


Seguro, acá no viene cualquiera. Somos 15 mil actores, ¿cuántos trabajan en calle Corrientes? Muy pocos; ¿sabés cuántos actores quieren ocupar este lugar? Montones. ¿Y sabés cuántos quieren que te vaya mal? Montones. Así que hay mucho riesgo, vienen a verte los colegas, ja ja se ríen, se sacan la fotito, qué lindo, pero no es tan afable el tema. Hay mucha competencia. El que dura en esto tiene que ser bueno de verdad, sobre todo si peleás con nobles armas: tu trabajo.

¿Actuarías en el alternativo?


¿Por qué no? Lo hice 20 años, actué en el off y en el off del off.

Con toda esa presión ¿cómo encarás un ensayo?


Es como cuando jugás un picadito, entrás y te olvidás de todos los quilombos. El ensayo te deja probar, no tenés la presión de un resultado.

Muchas veces se va a los bifes.


Hay de todo, pero es muy difícil lograrlo. En el experimental podés estar un año, no te corre nadie, ¿me seguís? En cambio acá, en 6 semanas tenés que presentar un personaje que conmueva, divierta, entretenga y que venda 100 entradas por semana. Si eso no pasa, fuiste. No soy peyorativo con el experimental, es otra cosa. Ahora, si hablamos de riesgo, esto es más riesgoso. Acá arriesgo mi comida; en el experimental ¿qué carajo se arriesga? Si sos más o menos artista. Una mariconada.

Tenés a “La omisión de la familia Coleman”, de Tolcachir, que viene del alternativo y funcionó mucho por el boca a boca, compartiendo cartel con vos en La Plaza.


Ellos tuvieron buenas críticas.

Muchas obras tienen buenas críticas.


En el teatro profesional, no podés bancar con el boca a boca. Si no viene gente en las primeras semanas, se terminó. Si te va mal acá o en la tele es estrepitoso.

¿Cómo te reponés de un fracaso en tele? Te pegaron mucho por “El Sr. y Sra. Camas”
Eso no fue un fracaso. Fracasan los proyectos en todo caso, no uno, no me jugué mi carrera, me dio bronca y a otra cosa. El argentino está acostumbrado a recuperarse de los fracasos, lo difícil es salir de las mieles del éxito.

Fuente: Clarín