Fútbol - Por César Carignano

Domingo 29 de Mayo de 2016 - 10:25 hs

La Champions escogió a su hijo predilecto

Ni la Liga ni la Copa del Rey los tuvieron en la foto alzando el trofeo. Pero sus atributos los reencontraba en la final más linda del fútbol por equipos. Era a todo o nada, frente al rival de toda la vida, el de la vuelta de la esquina, el de hace dos años… muchos sobrevivientes de aquella jornada en Lisboa, varios nuevos protagonistas, una ilusión, dos estilos y millones de espectadores. Era a todo o nada. Sin dudas.  

Atlético arrancó con esa variante que agregó a su sagaz estilo hace poco: presionando alto los primeros minutos. Obligando al Real a optar por las pelotas largas como salida más forzada que elegida. Sin embargo en el porte de su tridente ofensivo generó segundas pelotas en campo colchonero, y desde allí intentó tejer juego. De ese modo obtuvo un tiro libre que con rosca hacia el arco casi se convierte en el primer gol, y del mismo modo logró la apertura del marcador, poco después, de la mano de Sergio Ramos.  

En consecuencia el tan mentado plan de Simeone tropezó con una de las pocas piedras que en su estudio del rival eran imposible de quitar: los balones parados. Y el partido largo, cerrando espacios y aguardando para atacar espacios se esfumó. Debió entonces adelantar sus líneas, hacerse dueño del balón y circularlo con paciencia, aptitudes que no destacaban, hasta hoy al menos, en su idea. La actitud colectiva de los merengues lo obligó a ello. Tan generoso como el regreso habitual del Aleti fue el de la Casa Blanca.  

Hasta el final del primer capítulo nada cambió. Los de Zidane de vez en cuando consiguieron capitalizar el adelantamiento rival y arrimar cierto peligro. Desamarró rápido el partido y encontró comodidad. Exactamente lo opuesto vivenció el contrincante. 

El complemento fue otra cosa. El Cholo decidió asumir el protagonismo, prueba cabal de ello fue el ingreso de Carrasco y el cambio posicional. Y la sorpresa fue brutal. Su equipo demostró tener herramientas para jugar de otro modo, asumiendo riesgos, controlando la redonda y atacando con mucha gente. Incluso tuvo fortaleza para superar el penal desperdiciado en el inicio de esta etapa. Nadie lo esperaba. El Real tampoco. Sus estrellas debieron retroceder y sostener el vendaval.  

Lograron salir airosos de un furioso tramo de superioridad abrumadora del pequeño madrileño e incluso tuvieron la oportunidad de liquidar el pleito en los pies de Benzema. Y en ese momento del encuentro, cuando el equilibrio comenzaba a hacerse presente empardó el Atlético. Enorme circulación de lado a lado, centro y gol del ingresado en el entretiempo. Justo por partida doble. Por su justicia y por el instante en que aconteció. Recobró ánimo entonces el colchonero y fue por más, pero se desvaneció al borde del área rival. Poco insinuaron Cristiano y compañía en los minutos finales y así fue culminando el tiempo regular. 

La intensidad no cesó y quién más evidenció el cansancio fue el más ganador de este trofeo. El vertiginoso ida y vuelta lo dejó maltrecho, pero en sus centrales y su figura, Casemiro, encontró armas suficientes para evitar que el oponente cree opciones claras. La entereza física no pudo mutar en eficiencia, y en la frescura de los relevos descanso el gigante, apagando el ritmo y generando acercamientos levemente peligrosos.  

Los merecimientos, las supremacías, la superioridad en el juego tuvo más olor a humildad y sacrificio que a la galantería del multicampeón europeo, pero se fueron esfumando conforme se aproximaban a la zona de fuego. Las luces obnubilan, por la asombrosa autoridad que tuvo el chico para guapear al grande con recursos poco habituales en su estilo. Pero el grande también supo soportar la tempestad con la humildad de sus notables, marcando cerca de Navas. De allí que el resultado se ajuste bastante a la realidad. 

Finalmente los penales... La precisión estuvo por encima de la vehemencia y en ese contexto los porteros rara vez salieron en la foto. Pero los palos juegan, como los nervios, las tensiones y las capacidades individuales. Cada quién es dueño de elegir cual fue el atributo para que el pleito tenga el ganador que tuvo, pero la crónica dirá que Simeone estuvo nuevamente a segundos de rubricar con tinta europea su epopeya al frente de este equipo; y también dirá que la Champions escogió a su hijo predilecto.  

Fuente: LT10