Independiente volvió a decepcionar a su gente
El Rojo no pudo cortar la mala racha y apenas empató 0-0 ante el humilde Villa San Carlos. La gente despidió al equipo con silbidos luego del séptimo partido sin ganar.
Era la oportunidad ideal de salir a flote para Independiente, que en el Libertadores de América recibía al rival más débil de la categoría. Sin embargo, todo lo que debería ser una ventaja termina siendo un motivo de presión inmanejable para este plantel. Por eso otra vez se fue bañado en frustración y bajo una gran silbatina tras el pobrísimo 0-0 ante Villa San Carlos.
En los primeros minutos, el equipo de Jorge San Esteban parecía desmedidamente ambicioso. Con una presión alta sobre la titubeante defensa roja se encontró en posición de lastimar a los de De Felippe, pero esos centros que llovieron sobre el área de Diego Rodríguez fueron inofensivos y, transcurridos los 10 minutos, todo pareció encontrar su cauce más natural.
El dominio pasó a ser exclusivo del local, con un Federico Mancuello desequilibrante por izquierda, aunque mal acompañado por los dos creativos del equipo, Daniel Montenegro y Matías Pisano. Ni uno ni otro logró desequilibrar en ningún momento, profundizando ambos sus pésimos momentos personales y evidenciando que la ausencia de un segundo delantero termina por aislar al solitario Facundo Parra.
Con cierta timidez y poco fútbol, Independiente intentaba acercarse al arco de Gastón Sessa, quien a pesar de la poca exigencia en la primera mitad (un cabezazo de Tula y no mucho más), fue agigantando su figura de a poco. Así, el descanso llegó cuando al Rojo le faltaban ideas y a Villa San Carlos el trámite le empezaba a sentar cada vez más cómodo.
El complemento arrancó con Independiente siendo más agresivo, aunque todavía sin la cantidad de hombres en ataque que la circunstancia ameritaba. Es que seguía siendo solo Mancuello el que inquietaba a una defensa limitada en recursos pero muy rica en actitud. Llamativamente, Federico Insúa ingresó con solo 20 minutos por jugarse.
Es que esa era la actitud del Rojo. Si bien la paciencia es una virtud necesaria en este tipo de encuentros de jerarquías y objetivos tan dispares, la falta de agresividad y de reacción empezó a exacerbar los ánimos de un Libertadores de América que inauguraba la tribuna Bochini alta y que parecía prepararse para una nueva noche de decepciones.
El final fue una postal repetida del paso de Independiente por la B Nacional. La desesperación de la gente que se traslada a la cancha y los jugadores que, carentes de ideas, solo tiran la pelota al área a la espera de un milagro. Sin embargo, antes del final la victoria estuvo en los pies de Insúa, pero su zurdazo fue rechazado magistralmente por el Gato Sessa, que en esa volada se quedó con las magras esperanzas locales.
El 0-0 terminó siendo un resultado indigno para este Independiente que sufre horrores y que solo se sostiene arriba porque sus perseguidores tampoco dan la talla. En tanto, para Villa San Carlos fue un resultado histórico y la prolongación del mejor momento del equipo en la categoría, con un invicto de seis partidos (cuatro empates y dos victorias) y la remota ilusión de la permanencia aún en pie.