Rosario Central (15 puntos) también se aprovechó del pésimo momento de Boca (12) y lo venció por 2-1, en el Gigante de Arroyito, en un partido tan cambiante como emotivo.

Pese al desenlace, la paridad la rompió Emmanuel Gigliotti cuando había pasado poco y nada. El Puma, al que Bianchi estuvo a punto de dejar en el banco de suplentes por su mal partido en el clásico, tocó al gol un centro de Sánchez Miño que pienó Insúa. De su clara posición adelantada, para el línea ni noticias.

Con la ventaja Boca, sin las luces de otros tiempos, se acercó unos metros a Orión, a la espera de una contra para poder sentenciar el juego. El local, en cambio, debió asumir un mayor protagonismo y en su única chance clara, Abreu definió desviado desde el punto penal.

El complemento tuvo más acción porque el equipo de Russo salió decidido a cambiar su suerte para no seguir penando con los promedios... entonces el mediocampo fue zona de paso liberado. Antes del minuto casi lo empata Jonás Aguirre, pero Orión le ahogó el grito con una atajada de antología.

Boca también estuvo cerca, pero Gigliotti, fiel a su estilo, despilfarró un mano a mano que pintaba como gol seguro, y Gago reventó el travesaño sobre el cuarto de hora. Y esas dos chances que dejó pasar, el Xeneize las terminó penando: a los 26, Abreu habilitó con maestría a Niell y el petiso no perdonó y decretó la parda con un toque bajo.

Pero el hambre de Central pudo más que la tibieza de Boca y cuatro minutos más tarde, Donatti, tras una serie de rebotes en el área, aprovechó una serie de rebotes en el área y puso en ganador al local. Luego, de ahí hasta el final, fue todo angustia: la de los rosarinos en su lucha por aguantar el resultado, la de los xeniezes por verse otra vez derrotados y sin ninguna capacidad de reacción.