El árbitro japonés Nishimura, una estafa Mundial

El japonés Nishimura fue "el abominable tirano que ejerció su dictadura..." como dijo Eduardo Galeano. El árbitro dejó a todo el mundo del fútbol perplejo, sancionando un penal inexistente a favor del pentacampeón en el duelo inaugural del Mundial. Un robo a mano armada consumado en uno de los partidos de mayor atracción de estos tiempos. Brasil se descontracturó y marcó la diferencia con la complicidad del nipón. ¿No le llamó la atención que el asiático no sancionara una falta mucho más clara a favor de los europeos dentro del área local, y sí el roce a favor del atacante del “scratch”, que terminó en el segundo gol de Neymar?

Los árbitros siguen cambiando el destino de los partidos a su antojo y curiosamente favoreciendo a los poderosos. Está fresco en el ámbito doméstico el gol anulado al delantero de Huracán, Abila, casualmente frente al Rey de Copas, en la reciente final por el tercer ascenso a primera. Recalco que a muchos de ellos los adjetivos calificativos, lejos de definirlo, lo limitan. Lo de este señor fue vergonzoso, sospechoso, bochornoso, penoso, escandaloso... ASQUEROSO! Y pese a mi esfuerzo por querer sintetizar en seis adjetivos tamaña injusticia, dudo que lo que expreso le de una justa dimensión a su impresentable actuación. Injusto, innecesario. Creo que no sólo no lo merecía Croacia, tampoco Brasil. Indigno por donde se lo mire.

Quienes dirigen deben ser responsables, honestos, serios… dentro, y también fuera de la cancha, para que el negocio no “mate” con alevosía al deporte. "La mayor, más rica y más corrupta organización deportiva del mundo", como la definió alguien alguna vez a la FIFA, mostró deliberadamente sus garras en San Pablo, sin el más mínimo complejo. Todo fue tan obvio, como aberrante. La podredumbre corrupta de la FIFA la hemos intuido siempre. Lo único que cambia es el calendario y la “escena del crimen”.

Históricamente, la legalidad en el fútbol estuvo subordinada al ojo del árbitro. Un tribunal precario, que sólo cuenta con la tímida ayuda de los jueces línea, no siempre dispuestos a comprometerse con las decisiones. Así se cometieron injusticias y trampas memorables y groseras como las de este jueves. Desde “La mano de Dios de Maradona”, el falso gol de Hurst en 1966 que abrió el camino al título trucho de Inglaterra (también local “casualmente”), el caso inverso con Lampard de protagonista, 44 años después, toneladas de posiciones adelantadas en jugadas cruciales... El penal de Codesal para los alemanes en la final del 90 frente a la Argentina. La lista, sólo en los Mundiales, donde se supone que se concentran los mejores árbitros, es extensa y alimenta la mitología deportiva y las quejas retrospectivas. En Brasil 2014 se aplicará la tecnología (léase cámaras estratégicas) para mitigar algunos errores. Más que agregar cámaras, habría que cambiar el criterio, y por qué no… a varios dirigentes y jueces.

El criterio a desmontar es el que focaliza la autoridad en los árbitros y, a contrapelo de cualquier noción de justicia (la aplicación cabal del reglamento también es justicia), hace sus fallos inapelables. No existe instancia de revisión, no existe segunda opinión. A llorar a la iglesia, como decían en el barrio.

El argumento romántico de que el error humano de los réferis preserva algún tipo de pureza deportiva o consolida una tradición, cayó en desuso. Ni aquellos que de tanto en tanto la exhuman creen en esto, y menos aún si el Señor de negro te perjudica. El inicio de Brasil 2014 mostró el lado oscuro de una FIFA cada vez más sospechada, y que ya ni se molesta en disimular algunos mandatos. Simplemente vergonzoso!