"Un grande volvió a Primera, muchos lo estaban esperando"
Colón detuvo el tiempo en un instante de alegría suprema este domingo 7 de diciembre. Cuando el partido terminó y el triunfo y el ascenso se consumó, el tiempo dejó de ser tiempo. En ese instante, las tristezas y miserias cotidianas dejaron de existir. Comenzó “la gran y esperada fiesta”. La multitud embravecida suda orgullo. La piel se eriza sensible y los ojos se inundan por fín de sueños ambiciosos. Aquella esperanza de principio de temporada se hizo realidad. Tanta pasión no merecía más tiempo en la B, esa categoría que no se adapta a su inmensa grandeza. Si ganar era lo más importante, el triunfo 3 a 0 ante Boca Unidos se transformó en lo único.
Hay delirio, desahogo, festejo y locura. Se paró por un instante el reloj. Se terminó el calvario y el cielo está ahora más cerca para los Sabaleros, luego de haber pasado por lo más temido y lo más sufrido. Gritan y se abrazan en una especie de éxtasis místico luego del aliviador triunfo. Ahora celebrarán orgullosos todos aquellos que vivieron estos días a un ritmo emocional insostenible, inhumano. Es que un simple partido, ante un ignoto rival, llevó al pueblo al plano de la visceralidad extrema sin posibilidad de retorno. Una vez Osvaldo Soriano dijo que el descenso de San Lorenzo lo hizo llorar tanto como el día en que murió su padre. El fútbol y un descenso te cala los huesos, te golpean como un martillo en el pecho. El perder la categoría duele en todo el cuerpo y ascender te devuelve esa dignidad que a veces en el fútbol se dilapida. Ya está. Se terminó el pánico por la derrota y el fracaso.
Hoy han vivido una apoteosis final repleta de rezos, plegarias y lágrimas que deja poco para el análisis sesudo de lo realizado en el campo y mucho para el elogio a David Ramírez, que le cambió la cara al equipo con cuotas de su mágico talento y dos golazos que fueron la paz que este año estaba reclamando. Cómo no destacar al pibe Alario, ese que tomó la pelota para ejecutar el penal de su vida con el cotejo empatado, como si tuviera mil batallas encima. Los duendes del Bichi acompañaron la pegada precisa del delantero, para que ese gol sea el “comienzo del fin”.
El domingo se fue transformando y pasó de la desesperación y las dudas, a la alegría sublime que no cabe en todo el cuerpo. Atrás quedó el desalmado 24 de mayo del derrumbe en Rosario. "Algún día sabrán lo que ha sido sufrir...", pero el vertiginoso “operativo retorno” concluyó apenas 196 días después. El destino y las cambiantes reglas de juego hablarán de una vuelta tan rápida como justiciera. A la altura de las circunstancias y de una entidad que descendió de manera infame en los escritorios de la AFA. Pero hoy este club quedó a mano con la historia luego de veinte interminables partidos. Después de un extenuante recorrido por todo el país con un ajustado calendario. Luego de frustraciones y aciertos, de dolorosas derrotas y esperanzadoras victorias. Volvió un día. Hubo muchos llantos, algunos estridentes y otros silenciosos. Son esas lágrimas las que ayudarán a “limpiar” el pasado reciente que dejó bronca, impotencia y dolor. Luego de 196 días y “con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza…” Sres, volvió Colón. El pasado reciente muere, el presente vive, el recuerdo queda y Colón, apenas seis meses después, desembarca otra vez en su verdadera “tierra prometida”. El tiempo se encargará de darle el valor preciso, pero como nunca, el orgullo del deber cumplido recorre todos los rincones del barrio Centenario, porque el cierre del parejo torneo, no sólo dejó a los rojinegros en Primera, sino como líderes absolutos de la zona A del certamen.
Colón se levantó definitivamente, dejando atrás un proceso traumático que alteró la vida cotidiana de sus fieles. Están desgañitados, deshidratados de tanta euforia, pero aliviados. Ahora podrán dormir más tranquilos y mañana despertar un poco más contentos que en estos últimos seis meses. Esta nueva historia escrita con sangre, sudor y lágrimas por todos quienes se identifican con esta causa, le dan la razón a quienes piensan que el amor por un equipo de fútbol es cosa de locos. Los “Locos por Colón” (LxC), se expresaron de manera nítida una vez más en un canto que los envuelve a todos en esa hermosa “locura”. “El negro es una pasión inexplicable. El “veneno” que corre en las venas que lleva la sangre. Una enfermedad mental que no quiere curarse. Una locura cada vez más grande que a muchos delira...” Se ganó el partido que cierra una herida, por fin se terminó la agonía.
Si el Sabalero hoy está más vivo que nunca es porque su pueblo jamás lo abandonó e hicieron de la supervivencia toda una cultura nueva, se curtieron aún más en el sufrimiento y lo pusieron de pie. Fue acatada la orden. En Santa Fe hay una nueva historia por contar con los colores rojo y negro. Esa que tiene aroma a Primera y se escribe otra vez con “A”legría.
Le han pedido tanto a Dios, que al final oyó sus voces. Como lo supo vocalizar Pappo y lo encarnizaron aquellos que como él, convirtieron a la rojinegra en principal testigo de cada latido interior. Porque aun con el corazón entregado y el mañana distante, el honor jamás se perdió.
Hoy se sienten hechos. Realizados. Completos. Íntegros. En cuerpo, alma y espíritu. Porque ya pueden disfrutar de la inigualable sensación de ir juntos a la par, como siempre quisieron y por lo que tanto pelearon. Colón y la “A”, se vuelven a encontrar.
“Me quedo sin aliento con este gol de Alario. Vamos Colón. Grandioso Colón… Arriba, de pie, a caminar. Es tiempo de volver. Ya no es una orden, es un placer que desgrana el corazón... como si alguien lo hubiese soñado, lo escribió y lo llevó adelante. Es tiempo de volver Colón, no te rindas, no cedas. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños... ”, eternizó Fabián en un relato de gol conmovedor y para coleccionar, en "esta película de un triunfo colosal e inolvidable".
Después del extremado sufrimiento, noches enteras sin conciliar el sueño. Después de tanto sacrificio, de tanto amor incondicional todo vuelve a estar en su lugar. Tantas lágrimas derramadas no fueron en vano. Este histórico domingo 7 de diciembre todo un país futbolero dirá que aguantando, sufriendo y goleando “un grande está de vuelta, a lo Colón”. Termino este comentario sin saber que hora es. Los festejos siguen… hay un triunfo que hoy detuvo por un instantes los relojes. Fue “la hora de Colón, esa que tantos estaban esperando"