En Rosario, fiscales pidieron chalecos antibalas

Los fiscales de Homicidios de esa ciudad del sur provincial pidieron por su seguridad que les suministren chalecos antibalas para ir a trabajar a los lugares donde se cometen los crímenes: ayer la cifra alcanzó los 47 asesinatos en lo que va del año.

El Ministerio Público de la Acusación resolvió que cuando los funcionarios judiciales vayan a la escena de un crimen lleven "por precaución" dos chalecos en el auto que los traslada. "Se estableció a través de una circular que los fiscales deben retirarse si está en riesgo su vida", aseguró a LA NACION Jorge Blaclini, fiscal general de Rosario.

El fiscal de Homicidios Adrián Spelta explicó que cuando los funcionarios judiciales concurren al lugar de un crimen se encuentran con situaciones complejas. "Están familiares, allegados a la víctima y hasta a veces los presuntos autores. Son zonas donde hubo violencia previa y podría haber un nuevo hecho. Por lo tanto, debemos estar prevenidos ante estas situaciones", indicó.

El fiscal de Cámara Guillermo Camporini opinó que "es válido" el pedido de chalecos antibalas de los miembros del Ministerio Público de la Acusación, porque -según destacó- "el crecimiento de la violencia ha sido exponencial en Rosario. La función del fiscal siempre conlleva un riesgo y uno, como ser humano, lógicamente siente cierto temor. Si se asumió una responsabilidad como es la de desempeñar la tarea de fiscal, uno tiene que estar preparado para este tipo de situaciones", agregó Camporini.

La seguridad de los funcionarios judiciales se puso en peligro anteayer en el barrio La Tablada, donde habían concurrido a investigar el asesinato de Leonel Zalazar, de 20 años, quien fue acribillado de nueve balazos. La zona de Ayacucho y Centeno es territorio de disputa entre dos bandas ligadas al narcomenudeo, con un historial cargado de muertes.

Después de que llegaran al lugar policías, fiscales y periodistas, la tensión subió cuando, según contó la periodista de Televisión Litoral Almudena Munera, se oyeron disparos a unas cuadras del lugar del crimen. Los tiros se repitieron en dos oportunidades. Y no se sabía de dónde venían. Se sospecha que era un grupo que estaba en Esmeralda y Doctor Riva.

Efectivos policiales persiguieron a los jóvenes en moto que estaban armados, pero no los pudieron detener. Ante este clima, algunos cronistas se refugiaron en casas de vecinos de la calle Centeno, una arteria que fue abierta en julio pasado por la Municipalidad de Rosario, después de 25 años, en el marco del plan Abre.