"El clásico es puro cuento", por Gustavo Mazzi
Esta es una historia muy nuestra. Una más de las tantas que se repiten por estos días o por estas horas en esta pintoresca aldea con forma de pelota, que inspira fútbol y exhala una desenfrenada pasión. Esta es otra de esas charlas de goles hechos y malogrados, gritados y atragantados, reales e inventados que supimos conseguir… porque así somos y así nos gusta.
Se trata de un parloteo entre amigos que siempre tiene principio y cuyo final será distinto según quien lo cuente. No es ganar o perder en el debate casero de eximios reyes de la redonda en torno al motor de un viejo Renault 12 en el Taller del Gordo. No se trata de eso cuando se habla de fútbol. Es jugar en palabras. Atacar y defender con una adecuada estrategia verbal, para que nuestra actuación al menos sea decorosa, aunque el rival nunca admitirá la derrota.
Ni el resonante triunfo, ni la efímera caída podrán jamás perturbar el amor incondicional por el club. El fanatismo es un exceso del sentimiento. Es un apasionamiento que implica un sufrimiento extra. Si en cualquier relación amorosa hay un grado ´razonable´ de padecimiento, en una relación tan pasional como se entabla en el fútbol, se sufre ´irracionalmente' mucho más.
-Como andan muchachos, falta poco para volvernos a ver ahí, donde le hicimos pelo y barba tantas veces, ja… Lleven quitaesmalte por las dudas, no vaya a ser que le pintemos la cara otra vez. Ojo Gordo que ahí viven los duendes del Madelonazo y todavía se escucha el grito pelado de Lizio
-Noooo. Escuchalo vos a este genio. La vas de petitero ahora Tito, bien que el lunes después no viniste porque tenías que ir al acto de tu nieta, la Vale, en la escuela…? Y yo que pensé que habías ido a buscar al “uno” que seguro todavía estaba haciendo tiempo. Qué susto le pegamos Tito, y con nada… a uds que son unos fenómenos y ya se ven jugando el Mundial de Japón. Yo que vos tendría un poco más de cuidado, mirá que se asustaron. Bueno, puede que también la cancha grande los haya dejado impresionados, no?
-Susto… impresionado dijiste? Uds se asustan a uds mismos!!! No nos asustamos en el Monumental o en la Bombonera nos vamos a asustar con este rejuntado que no le hace un gol a nadie. Ni al arco de entrada a Esperanza le hacen un gol… Por favor Gordo, me hace reir. Y dejate de joder con la cancha y compren jugadores que se van a la B- le tiró con crueldad el Tito a quemarropa mientras preparaba el mate para iniciar la rutina entre motores descompuestos y corazones que ya laten distinto.
El fútbol conmueve las identidades y las pertenencias de las personas. Es otra vigilia que se advierte cargada de historias pero también de histerias. De tensiones del músculo y la mente. Ese taller tiene el fuego sagrado de la amistad, pero siempre será el templo pagano de la porfía… Esto es auténtico folcklore. Vale la cargada y hasta las referencias maliciosas para intentar sacar alguna ventaja en el improvisado debate, pero siempre que la cosa muera ahí, en el secretismo interno del laburo. Es que son tan amigos que nadie osará agredir al otro; pero sí, hay más chicanas que en el circuito callejero santafesino.
-Tenes razón Tito – dice con pesar el Gordo. - Como nos cuesta hacer un gol por Dio… Ves, hoy extraño al Bichi. Pero sabes una cosa che, yo me acuerdo de Poroto, de la Chiva, de Cococho y me quiero morir. Esos tipos sentían la camiseta. Juagaban, se mataban, ganaban y después hablaban. Estos pibes de ahora son otra cosa. Ganan miles de pesos y no dan dos pases seguidos…y tienen un garbo. Yo hincho por el club, banco los colores por eso ya desde el sábado pongo fuerte la marcha, laburo con la camiseta que me regaló el Bambi Araoz y hago flamear la bandera en el techo. Lo hago siempre por Colón- exclamó autocrítico el anfitrión.
-La verdad amigo, yo estoy contento por el Leo. Acá está su lugar en el mundo. Viste que pasan esas cosas. Madelón le hace bien a Unión y Unión le hace bien a Madelón desde el 89- sentencia con sabiduría el setentón, mientras un primitivo banco de madera, arrumbado por donde se lo mire, lo espera agazapado para que, mate y termo en mano, siga con su profunda reflexión made in Tate. -Sabes una cosa, estos vagos tienen ganas, están creídos que son buenos. Vos decis de Saldaño, Di Meola… yo lo vi jugar al Fantasma, a Pomelo, a Marito Zanabria… Lo vi a Telch en su mejor momento, al Chango Cárdenas a Carlitos Mazzoni… No, esto hoy es otra cosa. Pero la muchachada no entiende y nos tratan de viejo cuando decimos esto… y por ahí tienen razón. Porqué sabes que Gordito, como dice el tango, sueño, con el pasado que añoro, el tiempo viejo que hoy lloro y que nunca volverá.
El silencio que siguió el recitado arrabalero de Tito fue profundo, hasta diría conmovedor. Es que el hombre anda cuesta abajo como la canción de Gardel y el Gordo sabe que una derrota en el clásico será apenas una brisa de verano en su borrascoso presente, porque los problemas del quía son otros.
De repente llegó Kuki hecho una tromba pateando la número cinco contra las paredes y vociferando goles imaginarios de Riaño. Kuki es el único hijo varón del Tito y cuando entró al taller se dio cuenta que el viejo estaba moqueando como tantas veces antes y disimuladamente armó una barricada para sacar al veterano de ese vacío que lo atormenta desde hace más de un año, cuando la Peco se fue de la cancha por mandato celestial, y dejó al equipo del Tito imprevistamente con uno menos.
Más tatengue que el padre y hasta más compadrito, aquella promesa de gran arquero que nunca vio la luz por culpa de todos los entrenadores habidos y por haber que no supieron valorar sus tremendas condiciones (dice el Tito), apuesta fuerte y con ademanes grandilocuentes espeta: -Juego un asado que ganamos y hasta le doy el empate a Uds. Me cansaron con que hicimos tiempo y nos sirvió el empate. Y es más, si Riaño no hace un gol, yo pago el barril. A ver si son tan hinchas y están tan confiados, amargos-. Ahora sí la previa del taller tiene menos metáforas lacrimógenas, menos pelota de tiento y más sabor a domingo 4 de octubre de 2015 a las 4 de la tarde.
Llegó la hora del presente profundo ante la nostalgia romántica. Y nadie arruga. La esquina futbolera de barrio Roma recibe más apuestas que “Pajarito” en los 90 un sábado a la tardecita.
Nadie duda en que su equipo gana este domingo y el empate queda huérfano. -Pará nene- dice el Gordo con jactancia y un toque de soberbia que nunca falta por más que el Sabalero ande de capa caída -Si empatan pagamos entre todos… yo no apuesto empate y mucho menos lo festejo como hicieron uds. Malos pero honrados- y saca de la galera un remate “fuertiano” para sellar el debate -Un equipo que jugó copas internacionales, que tuvo a Martino, Basile, Maturana, como técnicos. Que lleva jugadores a un Mundial y los vende por millones al exterior, que tiene el estadio modelo y el predio, que lleva y llevó su hinchada siempre a todas partes… no se conforma con empatar con equipos chicos, nene-.
-Jaja. Vení viejo volvió “Deportes en el recuerdo”. Te olvidaste del Glorioso 89. Gordo. No dijiste nada de eso. Tenes memoria selectiva. Vas a tener que cambiar la pastilla. Pero en algo te doy la razón, si algo tuvieron siempre fueron dirigentes honrados-
El fútbol y sus bemoles. Asombra y disfrutamos de su cargada trastienda, esa que se esconde detrás del brillo de una oficina, o la grasa de los talleres. Detrás de las palabras, los posters, los millones. Detrás de algunos futbolistas que no saben lo que se juegan ni lo que representan. Soy de los que cree que a algunos jugadores habría que aplicarles un control de calidad antes de semejante partido. Como a los vinos. No cualquier brebaje lleva “la denominación de origen”, ni cualquier pata dura, pecho frío puede salir a jugar un Unión-Colón, o si prefieren, un partido “de etiqueta”.
Se juega otro clásico y existe el deseo desesperado de cada lado por demostrarle a la ciudad quien es el mejor. Es la necesidad de revelar y dejar en claro lo que es en Santa Fe la “Gloria”. Si supieran tantos foráneos de pantalones cortos que ganarle a los primos es la eterna persecución en el horizonte cercano de cada hincha. Todos desean, anhelan, apuestan lo que no tienen por la inmensa gloria que te abriga cuando ganas un partido tan distinto, tan especial. Jugarse el corazón en 90 minutos no es sólo una metáfora poética sino, una manifestación concreta del intenso sufrimiento pasional llevado al compromiso visceral.
No habrá nada imposible este domingo en el “15 de abril”. Los sueños de ayer son las esperanzas de hoy y pueden convertirse en realidad mañana. El show está por comenzar. Mientras tanto, el motor del 12 no regula y ahora el clásico puede esperar. Tito anda engrasado hasta los pelos y se queja como el bandoneón que tanto quiere escuchar debajo de la parra luego de terminado el laburo. Por eso, llave en mano informó con tono solemne. -Loco… si nosotros no arreglamos esto no morfamos, mientras algunos patean hoy dos veces la pelota y se llenan los bolsillos de guita. Y pierden y ni dan la cara ni en el almacén, ni van al kiosco. Nada. Basta de fútbol che y solucionemos esto urgente. Que cosa con los Renault, siempre con problemas.
-Pero dejate de joder Tito, es una máquina, un fierro. No puedo creer que sigas siendo hincha de Fiat. Autos de juguetes son… de juguete. Pero bueno, si sos de Unión te entiendo.
Se miraron fijamente, se cruzaron acusaciones recíprocas… se desafiaron hasta límites inverosímiles. Y como en tantas otras oportunidades, se guiñaron un ojo, se estrecharon ceremoniosos las manos que cada día les dan de comer a ellos y los suyos, y se dieron un abrazo fraternal.
Será que la vida es un eterno clásico en el Taller mecánico de barrio Roma. Porque para Tito, el Gordo, Kuki… para vos y para muchos que como vos siente que los colores de la camiseta correr por la sangre y bulle en días como los de hoy; la vida… la vida es todo aquello tan intrascendente que transcurre entre clásico y clásico.