"La política debe servir al derecho" dijo el Papa en Alemania

BERLIN.- "La política debe ser un compromiso para la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz." En su esperadísimo discurso ante el Bundestag, el primero que el Papa pronuncia ante un Parlamento -el de su patria- (Juan Pablo II lo había hecho ante el italiano y el polaco), Benedicto XVI brindó ayer una clase magistral sobre los fundamentos del estado liberal de derecho.

Más allá de las fuertes polémicas que precedieron su llegada a su Alemania profundamente "descristianizada", del clima de indiferencia, de las protestas y el boicot de un centenar de diputados que se ausentaron del recinto para protestar contra alguien "que rechaza los derechos de las mujeres y a la autodeterminación sexual", el Papa-teólogo-profesor pronunció un discurso que no defraudó, en el cual voló alto.

Un mensaje muy denso, de alto nivel filosófico y académico, especialmente dirigido a los políticos, a quienes les recordó que "servir el derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político". Y a quienes llamó a no cerrar las puertas a Dios porque también existe una "ecología del hombre", que "posee una naturaleza que debe respetar y que no debe manipular a su antojo arbitrariamente".

Al hablar en el imponente Reichstag -destruido durante la Segunda Guerra Mundial y ahora con su cúpula de vidrio firmada por Norman Foster-, el Papa, de 84 años, no pudo no evocar el nazismo, cuando "el poder se separó del derecho y se enfrentó contra el derecho". Entonces "el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho y se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo".

Benedicto XVI, que centró su discurso en la pregunta "¿cómo podemos distinguir entre el bien y el mal?", tras hacer un repaso histórico de los ordenamientos jurídicos, lamentó el predominio de la razón positiva sobre el derecho natural. "La razón positiva (...) se parece a los edificios de cemento armado sin ventanas, en los que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, y sin querer recibir ambas cosas del gran mundo de Dios", graficó, en un discurso evidentemente escrito de su puño y letra.

"Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra y aprender a usar todo esto de modo justo", agregó, provocando una catarata de aplausos. Luego de recordar la existencia de una "ecología del hombre" -y aclarar que no quería hacerle propaganda a los verdes, algo que causó más aplausos y risas-, subrayó que "el hombre no se crea a sí mismo, es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo".

"La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma, del encuentro entre la fe en Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma", sostuvo, al destacar que este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa.

"Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho. Defenderlos es nuestro deber en este momento histórico", urgió. Sus palabras recibieron más de dos minutos de aplausos. Era la primera vez que el Papa hablaba a un Parlamento, el de su patria