Una anatomía de la maldad en las series televisivas
El libro del sociólogo francés Francois Jost analiza los personajes de "Deadwood", "Dexter" y "Braking Bad".
El libro de Jost trabaja el desplazamiento de las líneas del bien y el mal, el surgimiento de estos nuevos arquetipos de malvado en entornos donde se disuelven las ideas de comunidad y la atracción que generan en el público.
Se trata de un ensayo sobre esos hombres de ficción que aparentan cierta normalidad en sus vidas y que, por diversas circunstancias de su propia realidad y en crisis con el sistema, devienen personas malas que tienen en común algo aún más fuerte: "cuestionan una parte del sueño americano", dice el autor, porque "el mal que encierran es también un síntoma de una pérdida de confianza en ese sueño".
"Los nuevos malos no nacieron malos, se hicieron y esa transformación es la que nos apasiona", sentencia Jost sobre estos villanos de la televisión moderna, personajes cada vez más imprevisibles que evolucionan con el correr de las temporadas y que hacen de la maldad "una máquina formidable para crear guiones".
La hipótesis que traza el ensayista es que las series que muestran 'bad boys' (chicos malos) "cuentan una única historia: la de los Estados Unidos" y el orden para puntuar este concepto lo pergeña con "Deadwood", que relata la fundación de una ciudad y la formación de la idea de comunidad; sigue con "Dexter", que narra la vida del policía forense-asesino que surge cuando las instituciones "vacilan" y cierra con "Breaking Bad", sobre el profesor de química Walter White, que se convierte en fabricante de drogas, mostrando lo que la "maldad" quiere decir en ese contexto.
"Los nuevos malos surgen en un universo donde se disuelve la idea de comunidad", subraya y es en este contexto donde este especialista en imagen audiovisual pregunta: ¿qué es la maldad para los personajes de ficción?, ¿cómo evalúan sus propias acciones? ¿Y las de los otros? ¿cómo trazan la frontera entre el bien y el mal?
"La evolución del mal varía según los personajes", dice Jost y sobre la la atracción que generan estos malos, él responde que se encuentra "en las normas que adoptamos para juzgar al personaje, en la construcción que el relato hace de él y en el lazo que nos une. No nos identificamos con ellos, sino que forjamos relaciones de empatía".
Sobre "Deadwood", una serie en clave western, Jost la presenta como "una metáfora del trayecto que conduce del derecho de propiedad, fundador de la sociedad, a la repartición de los impuestos".
Para él, esta serie reinterpreta "el mito del oeste" y observa con lupa "el desarrollo del capitalismo que no trae consigo una comunidad consciente de sí misma, sino que hace surgir personalidades duras, dispuestas a cometer cualqwuier infamia con tal de afianzar un poder fundado en el dinero".
Sigue con el análisis de las ocho temporadas "Dexter", que en este volumen aparece bajo el título "la utilidad social de la maldad" ya que el protagonista -un hombre sin empatía que a lo largo del tiempo aprenderá cierta sensibilidad- es un asesino de asesinos.
En el libro, Jost sostiene que esta serie plantea una pregunta que, en efecto, genera debates en la sociedad: "¿se puede seguir confiando en las instituciones cuando éstas ya no son capaces de regular la violencia? Quizás esa sea una de las razones de su éxito", advierte.
En "Breaking Bad", última serie de este ensayo, explica que existe otra institución por la que los villanos de las ficciones estadounidenses atribuyen la responsabilidad de sus comportamientos marginales: el sistema de salud. Este es el recorrido del profesor de química enfermo que no puede pagar los gastos médicos y comienza a "cocinar" metanfetamina, volviéndose malo en un mundo en donde otros "ya son malos".
"'Breaking Bad' traza una verdadera cartografía del 'volverse malo' con todas las gradaciones posibles, del delito al crimen hasta el comportamiento moral. Ilustra menos la lucha del Bien contra el Mal que el enfrentamiento entre quienes son malos y quienes se vuelven malos", define.
El autor de este ensayo, publicado por Libraria, muestra cómo estos nuevos malos tienen en común ese cuestionamiento al "sueño americano" y cómo estas series, aunque son diferentes, constituyen de hecho una historia de los Estados Unidos, vista desde el costado de la violencia y la desilusión.
Con una alegoría al trabajo de los guionistas y a los diálogos "las series constituyen una revancha de los guionistas contra los directores", escribe, y un análisis sobre los episodios, Jost -profesor de la Sorbonne Nouvelle- remarca que estos malos "no son monolíticos, nos son malos en todos lados, en todas las esferas de la vida pública y privada. Es por eso que la mentira ocupa un lugar estratégico en sus vidas: aman a sus familias, son amables y educados".
Estos "nuevos malos" no nacieron así sino que han devenido y es esta transformación "la que nos fascina porque, para comprenderla, hay que aproximarse poco a poco a una verdad interior cada vez más secreta y oscura. Y, como decía Hitchcock, cuanto mejor es el malo, mejor la película", concluye.