El Ejército brasileño combate el virus en 350 ciudades
Miembros del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea informan a los ciudadanos cómo prevenir.
Brasil despertó este sábado con 60% de sus Fuerzas Armadas en las calles para combatir un enemigo minúsculo, pero capaz de colocar contra la pared un país de 200 millones de habitantes. Unos 220.000 miembros de la Fuerza Aérea, de la Marina y del Ejército visitaron casas de 350 ciudades brasileñas para explicar a la población cómo frenar la reproducción del mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue, chikungunya y del zika. Éste último es la principal de las amenazas, después de que los expertos lo relacionasen con casos de microcefalia en recién nacidos y con el síndrome Guillain-Barré, que provoca parálisis en las extremidades e incluso la muerte.
Río de Janeiro fue el Estado que recibió el mayor contingente de militares (71.000), aunque los militares no entraron en las favelas dominadas por el tráfico, lugares con falta de saneamiento básico e información. Allí, serán los agentes sanitarios quienes se encargarán de la prevención. La presidenta Dilma Rousseff, que viajó a Río para el Día D de la guerra contra el mosquito y hasta ayudó con la fumigación, subrayó que la ciudad sede de los Juegos Olímpicos de agosto tendrá prioridad en las campañas sanitarias.
En un bar del barrio carioca de Vila Isabel, un joven soldado de la Marina recitaba el sábado las instrucciones: “Estamos aquí para pedir la ayuda de vosotros en un problema que nos afecta a todos. Pedimos que dediquen 10 minutos de su tiempo para revisar sus casas y evitar focos de creación del mosquito. Con ello estarán colaborando para el bien de toda la sociedad”. Cuando la prensa se fue, volvió a su batallón. En los grupos de periodistas se comentaba que aquello parecía, más bien, un acto para la galería. Lejos de las cámaras, dos soldados custodiaban la puerta de un centro comercial, donde habían repartido panfletos informativos sobre el mosquito. Cuestionados sobre los peligros del zika, no supieron responder. Su función, reconocieron, era “dar el papel”.
Algunos brasileños, de tan familiarizados con el dengue, ya aplican desde hace tiempo las medidas de prevención con estilo casi militar. En la casa de Río de Solange Ramos, profesora de 64 años, hasta las macetas de las plantas están cubiertas de arena para no atraer al mosquito. “Renuncié hasta a las [flores] bromelias , que adoro, pero me muero de miedo de que acumulen agua”, cuenta.
A pesar de la simbólica operación de los militares el sábado, las estadísticas muestran que la batalla será ardua. Incluso con todos los esfuerzos que ha invertido Brasil desde el final del año pasado, el Aedes aegypti sigue siendo fuerte y ya ha infectado a más personas que en el mismo período del año pasado. Desde el inicio de la epidemia de microcefalia, en octubre de 2015, el Gobierno brasileño ha intensificado la campaña pública para luchar contra el mosquito, ha destinado a 2.000 soldados de las Fuerzas Armadas a reforzar las acciones de los agentes de vigilancia y ha promovido la limpieza de los edificios públicos. Pero los resultados no son muy prometedores y los datos en 2016, aunque no son definitivos, apuntan hacia un escenario pesimista. Los registros de posibles casos de dengue, otra de las enfermedades que transmite el Aedes, han aumentado un 48% con respecto al mismo período de 2015, un año en que se batió el récord de casos, con 1,6 millones de registros. Por ahora, Brasil ya acumula 73.872 notificaciones de la enfermedad, ante los 49.857 del año anterior, lo que indica que en 2016 la epidemia probablemente será fuerte.
Un alto número de casos de dengue indica que la circulación del Aedes aegypti es grande. Y como el mosquito también transmite la fiebre chikunguña y, claro, el virus del Zika, cabe esperar un aumento en el número de casos de estas enfermedades. “Como son nuevas, la población está más susceptible a ellas; por eso los casos de zika y chikunguña deben de aumentar, al igual que el dengue”, comenta Margareth Capurro, bióloga de la Universidad de São Paulo (USP) y especialista en mosquitos. Los hospitales todavía no tienen la obligación de comunicar al Ministerio de Sanidad todos los casos de zika que atienden, por eso no hay estadísticas sobre estos casos. El número de infectados por chikunguña llegó a 20.662 en 2015, pero los datos de 2016 todavía no se han divulgado.
Para Marco Safadi, director del núcleo de estudios de la Sociedad Brasileña de Dengue y Arbovirosis, el hecho de que el zika esté teniendo tanto eco en la opinión pública puede hacer que los pacientes acudan más al hospital al menor indicio de la enfermedad, por lo hay que ir con cuidado con las previsiones. Los síntomas del zika son parecidos a los del dengue, pero suelen ser más leves. Por ese motivo, no todos suelen buscar atención médica.
Otra hipótesis, según los especialistas, es que los médicos estén notificando más los casos de dengue. Un estudio revelado por EL PAÍS la semana pasada indicaba que el número real de casos de dengue podría ser 12 veces mayor de lo que demuestran los datos oficiales, debido a que la notificación depende del médico que atiende al paciente, que muchas veces confunde los síntomas con los de otra enfermedad.
Además de la controversia en las notificaciones, otros factores pueden afectar al número de casos de dengue: las lluvias, la temperatura, el tipo de virus que circula (actualmente hay cuatro tipos de dengue) y también la vulnerabilidad de población afectada. “São Paulo, por ejemplo, era una ciudad que tenía pocos casos de dengue, pero el año pasado se registraron casi 100.000. Puede haber muchos motivos para ello, uno de los cuales que la gente empezó a guardar más agua en casa debido a la crisis hídrica, pero lo que tenemos en concreto es que cuando el dengue llega a una población más vulnerable, las notificaciones aumentan mucho”, dice Capurro.
Por eso, independientemente de un posible récord de casos de dengue en 2016, los datos indican que el mosquito continúa activo. Según los especialistas, porque el combate no se hace de manera eficaz. Una vacuna o alguna innovación tecnológica, como la de introducir mosquitos transgénicos en el medio ambiente, serían excelentes novedades. Sin embargo, para cambiar la situación, de momento solo se cuenta con el tradicional trabajo diario: agentes en las calles en busca de focos de mosquitos y una población concienciada. “Desde este punto de vista, el Día D es una novedad halagüeña. Por primera vez, parece haber un esfuerzo integrado y dispuesto a encarar el problema”, comenta Capurro.