La Federal, una radio para las tertulias del revisionismo
Contaba con una emisora que transmitía para Venezuela y Cuba.
El 31 de marzo, cuando venza su contrato de alquiler, el Instituto de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego será historia. Arquitectos y personal del Ministerio de Cultura de la Nación embalan por estos días los restos de la iniciativa creada por decreto 1880 de la ex presidenta Cristina Kirchner en 2011. Fue impulsado por Mario “Pacho” O’Donnell, Araceli Bellota, Julio Fernández Baraibar, Víctor Ramos, Hernán Brienza, Hugo Chumbita, Ernesto Jauretche, Eduardo Anguita y Marcelo Gullo, entre otros. Con un alquiler de casi 200 mil pesos por mes, el Instituto funcionó -hasta su cierre por el ministro de Cultura, Pablo Avelluto- en un edificio de calle Rodriguez Peña al 300, que fue sede del jesuita Centro de Espiritualidad Ignaciana, donde supo vivir el hoy papa Francisco.
La mayor sorpresa -que fue primicia de Clarín- es que el Dorrego tuvo una emisora radial por Internet, llamada La Federal, que difundía las conferencias sobre revisionismo que se daban en el auditorio para 90 personas, sazonadas con música nacional: tango, rock y malambo. Entre la programación se destacaban ciclos sobre tango, dictadura y democracia, entre otros. La emisora funcionaba en un cuarto al fondo del edificio, casi un recoveco en el segundo piso, y no tenía fácil acceso. La dirigía un cubano, Kaloian Santos Cabrera, con la colaboración de dos argentinos, Aldo Vallejos y Mercedes Nieto. Con 35 años, el director trabaja en CubaDebate, sitio web “contra el terrorismo mediático”; es fotorreportero y corresponsal para Juventud Rebelde, el diario oficial de la juventud cubana. Aunque Clarín no pudo confirmarlo, otros voceros señalaron que en ocasiones la emisora conectaba con emisoras “hermanas” de Venezuela y Cuba, para el intercambio informativo, entrevistas y tertulias. “Cuando se hacía un congreso venían invitados de esos países; pero también nos visitaban de Ecuador y Bolivia”, dijeron las fuentes.
Durante la recorrida que Clarín pudo hacer con la subsecretaria de Patrimonio, la arquitrecta Carmen Sycz, se observaron, en todas las oficinas vacías de gente, cajas embaladas con material de lectura, bibliotecas con libros revisionistas, muchos ejemplares de publicaciones no distribuidas. Un funcionario presente nos aseguró que llegó a haber allí 80 computadoras para los 25 empleados. Pero entre las curiosidades están la sala que fue el estudio principal de La Federal, con sus paneles de insonorización aún instalados, y una cabina cerrada, al estilo de un baño químico, ploteada con imágenes del 17 de octubre del 1945. En algún despacho quedó abandonado el cuadro de una sirena desnuda. En otro, una imagen del Gauchito Gil, también sometido a revisionismo en un programa de La Federal, según los consultados.
Cuando preguntamos cuándo se había construido la cabina, la explicación fue que “se trataba de un homenaje a los 70 años del Día de la Lealtad”. Dentro del habitáculo solo había un smart TV que emitía un sinfín de aquella jornada peronista. “Quienes venían a las charlas entraban a ver el documental”, dijo otra fuente. También funcionó aquí una librería pero los beneficios de las ventas no ingresaron a las arcas de la entidad. No queda nada allí, como tampoco está ya el equipo técnico de La Federal.
Todas las respuestas durante la recorrida conducen a pensar que la radio funcionó desde la puesta en marcha del Instituto hasta buena parte de la intervención de Carlos Caramello, su último director, hombre de Aníbal Fernández, y durante la gestión de la ex ministra de Cultura Teresa Parodi. “Creemos que la ministra nunca supo de esta radio, porque vino una sola vez al Instituto a dar una charla, pero no recorrió el edificio”, dijo uno de los consultados.
Al salir del piso donde se ubicó La Federal, una figura de apenas un metro de Manuel Dorrego sorprende al visitante. Tiene un asombroso parecido a Napoleón y hoy se sabe que estaba destinada al canal Paka-Paka, pero se quedó en casa. Antes de este avatar, Dorrego tuvo un destino trágico. Tanto como el de Napoleón en Waterloo, la gran batalla que, según el historiador español José Miguel Carrillo de Albornoz, el francés no pudo liderar por causa de sus dolorosas hemorroides. A veces la Historia se nutre de páginas inesperadas.