"Colón, un punto hacia adelante"

Cambiar por el simple hecho de hacerlo, sin convicción y sin trabajo no suele dar sus frutos. Pero evidentemente en el barrio Centenario hubo retrospección, autocrítica y a partir de allí cambios, que sin ser absolutos no dejan de ser sorprendentes y bienvenidos.

El ingreso de Bastia para brindar un poco más de contención a un equipo que busca el protagonismo constante fue una opción que tomó fuerza a partir del segundo tiempo del partido ante River. Ese día, el crespense parecía ganarse un lugar para enfrentar a Unión, hasta que se fue expulsado. De haberse dado su ingreso, hubiese sido a partir de la lesión de Lagos. Quedando así en el aire la duda sobre si era un cambio táctico forzado o elegido.

En el Florencio Sola parece haber sido por convicción. Y es saludable para el pueblo colonista que así haya sido. No significa que el entrenador abandone su idea primitiva, sino más bien que demuestre tener recursos para proponer un juego diferente. Moverse de un repertorio único para interpretar situaciones disímiles.

Recuperando la movilidad de los primeros juegos pudo tener el balón con autoridad, haciéndolo en campo rival, por lo menos la primera media hora, tiempo en que se puso en ventaja. Le costó encontrar profundidad, pero ante un conjunto que defiende tan cerca de su arquero no es sencillo hacerlo. Ese desgaste en busca del gol lo cansó y el local se adelantó un poco, respondiendo más a su ADN que a la idea de Falcioni, bastante distante de la que llevó a conformar el plantel verdiblanco.

En la única jugada que en defensa Colón no hizo una buena lectura, terminó buscando la pelota en el fondo de su arco, a la salida de un tiro libre.

Hasta allí la única variante visible fue que nunca se desprotegió cuando atacó, pero la segunda etapa dejó en evidencia más novedades.

El anfitrión adelantó sus líneas, soltando a Ervitti como enlace y cerrando a los volantes a su espalda. Y el sabalero no desesperó. Retrocedió con criterio y cedió el protagonismo al taladro, sin enloquecerse, sin proponer el golpe por golpe, esperando el momento justo para contragolpear con la gente necesaria, no con toda su gente. Y no pasó sobresaltos, no sufrió peligro en las inmediaciones de su golero. El orden fue un estandarte, sin significar esto que renuncie al ataque. De hecho, Ruiz y Silva tuvieron en sendas transiciones las situaciones más claras de esa etapa. El negro lastimó sin necesidad de hacer largas tenencias, y esa es una herramienta útil, eventualmente.

Incluso ante la salida de Castillo, la lectura de todos chocó de frente con la del DT visitante que optó por armar una línea de tres, en lugar de cambiar ficha por ficha con el ingreso de Villafañe. Y el funcionamiento fue satisfactorio. Sumó gente en el medio y aprovechando el cansancio del dueño de casa, alejó el juego del área de Broun. Y hasta lo pudo haber ganado con una buena circulación de lado a lado que terminó en los pies de Sperdutti, que un tanto incómodo no pudo definir. En rigor de la verdad, lo tuvo también Banfield, pero con una jugada ajena al desarrollo del partido, originada en la forma en que más inquietó: la pelota quieta.

Conti redondeó un enorme partido, a criterio de quien escribe, el mejor de estos nueve. Y es una gran noticia. Bastia estuvo a la altura, Poblete encontró compañía para la recuperación, Iberbia tuvo una buena noche y el bloque ofensivo tuvo movilidad por momentos y entrega todo el juego. Cuando no se puede ganar, sirve no perder.

El torneo cruzó ya su línea media. Es difícil presagiar el destino sabalero. Pero el saldo de la excursión al sur del conurbano bonaerense fue positivo. Mostró reacción al duro golpe sufrido en el Brigadier y sobretodo, expuso recursos diferentes para mostrar más de una cara. Sin dudas fue un punto hacia adelante.

 

Foto Mundo D