Ganó el que mejor hizo las cosas
El clima era insuperable. Por el sol que se hizo presente plenamente luego de varias semanas tristes para la provincia toda, con el agua inundando miles de ilusiones y corazones, además de hectáreas y casas. Y también por el calor que le imprimió el pueblo Tatengue al ingreso de su equipo. Situación óptima para jugar, para ambos. Pero al final de cuentas, el espectáculo de las tribunas estuvo por encima del que brindaron los actores principales.
Fue el local el que en menos de un minuto consiguió un desborde y un tiro libre ideal para la zurda de su as. Pero no pudo Nacho, como tampoco pudo en otro, un poco más lejano, un puñado de minutos más tarde. Así comenzó la historia, y así continuó por un rato: Unión presionando la salida y Colón eligiendo lanzar largo sobre Vegetti.
En ese lapso, que se extendió hasta la mitad de esa etapa, el rojiblanco lastimó a su manera: con transiciones rápidas. Con Martínez rompiendo líneas, abriéndose sobre la derecha y tratando de sumar un lateral siempre que pudo. Sabido es que este conjunto no precisa de la tenencia para generar. Lo tuvo Riaño primero. Luego Gamba casi convierte una incisiva diagonal. Del rebote que generó esta jugada surgió una polémica, bien resuelta por el réferi, que envolvió al 9 ya Benegas. Y hablando justamente del ariete cordobés, debemos citar que de la mano de su capacidad paraaguantar el balón y de su comprensión del juego llegó la asistencia con maestría a Brítez para que abra el marcador. Situación que no terminó en gol por la simple cuestión de que en este deporte mágico hay cosas que soninexplicables, como tantas. Ése fue el momento del Tate, y no pudo capitalizarlo en la red.
Colón mostró poco en ese primer tiempo. Intentando controlar el embate del dueño de casa, se consumió la mayoría de su energía, y a la hora de edificar optó por jugar siempre la bocha larga sobre el de Santo Domingo. Esto, como lectura, no está mal, pero la puesta en escena fue fallida. Porque los volantes externos siempre jugaron abiertos y jamás fueron a la bajada de su nueve. Y porque esa escasez de diagonales hacia adentro le imposibilitó encontrar juego asociado con Figueroa, que la vio pasar por sobre su cabeza cuarenta y cinco minutos. Esa inconexión lo imposibilitó de descansar con el esférico y en el frenesí del ida y vuelta salió perdiendo, aunque el score esté en tablas. Lo mejor del rojinegro se vio en Conti, firme en la marca, evitando foulear cerca de su área, a sabiendas del potencial del 10 unionista.
Ninguno optó por salir jugando, y el solo pensamiento de intentarconstruir a partir de los rebotes, implica apostar más a los errores del contrario que al acierto propio. Por las bandas existieron algunos duelos, pero la paridad reinó cerca de las líneas laterales.
Este deporte precisa de los arcos, allí se gana o se pierde, y los de la Avenida estuvieron más cerca. La sensación era que un gol anfitrión era posible, pero que uno de los del Centenario, no.
El complemento fue otra cosa. Con los mismos nombres la visita cambió. Poblete quedó de 5 tapón, obstruyendo a Rolle y Figueroa encontró espacios, pelota y la confianza de sus compañeros que eligieron pasar por él y no por las nubes. Allí se vio lo mejor de los de Johansen. Tenencia, paciencia y un poco de dominio territorial. Con este recurso fue equilibrando la balanza y parándose con mejor ánimo en el match. Careció de profundidad. Sólo asustó a través de un remate y de un certero cabezazo de su número 16, ante lo cual siempre respondió bien Nereo.
Por ello cuando promediaba el segundo capítulo era difícil calcular un ganador. Pero los detalles rompen enfrentamientos como este, del mismo modo que el brazo de Vegetti rompió el labio de García Guerreño. Momento crucial. La roja tuvo más que ver con el comportamiento quejoso, irascible, protestón del atacante los setenta minutos previos que con la violencia manifiesta del golpe. Él mismo fue preparando el ambiente para que esa circunstancia se interprete del modo en que lo hizo Lousteau.
Y la modorra se sacudió. Los de Madelón vieron la chance ideal de quedarse con todo y a ese objetivo se abocaron. No esquivaron la responsabilidad, y eso es altamente resaltable. Primero con calma, luego con un poco más de vehemencia fueron acercándose a la quinta de Broun y de la mano (o del taco mejor dicho) de la silenciosa figura del encuentro, Gamba tuvo el presente y la historia en sus pies. Y se metió de cabeza en ella. Gran asistencia del goleador unionista, que sostuvo la marca y enfrentó a Lucas con Fatura. Enorme mérito para un laburante del fútbol, que vive de espaldas resistiendo en busca del gol, y que cuando no convierte, intenta hacer convertir a los suyos.
Y ya no hubo tiempo para más… si bien es cierto que no logró lastimar cuando más lo justificó, en el balance de los noventa ganó el que mejor hizo las cosas. Un triunfo que no sólo vale tres puntos, vale un semestre y durará hasta que el horizonte proponga un nuevo derbi.