"Para mí los escritores eran seres superiores a la gente común"
"La foto como pasión" invita a conocerla vida y la obra de la célebre artistas que supo captar la esencia de escritores de la talla de Cortázar, Borges y Neruda.
El libro, editado por Planeta, reúne un largo diálogo de la fotógrafa con Guillermo Gasió y Mariana Docampo, que revela la historia de vida de una mujer adelantada a su época, comprometida con sus convicciones y deseos, que decidió en los 60 y a los 23 años viajar becada a Europa, lo que marcó un antes y un después en su profesión.
La obra se convierte así en una biografía autorizada en la que está presente la palabra de Facio, que explica el detrás de cámara de sus fotografías que dan cuenta de su derrotero profesional, una invitación a zambullirse en vivencias de descubrimiento, aventura y riesgo.
El libro se inicia con su niñez en San Isidro, donde sus padres tenían un almacén y un restaurante, en una casa enorme, parte de la cual en una oportunidad fue prestada como hospedaje a un circo para que trapecistas, equilibristas y payasos ensayaran sus números en el inmenso patio.
Esa niñez entre personas que circulaban todo el tiempo por el pequeño restaurante influyó luego en su gusto por transitar territorios retratando personas conocidas y desconocidas, un tópico sobresaliente en su obra.
"Muchos de los fotógrafos actuales se alejan de la gente. Quieren sacar las fotos con un tele poderoso, porque les da no sé qué acercarse. Y yo siempre estuve metida entre la gente, me gusta estar al lado de la gente, hablarles. Lo mismo con otras etnias. Cuando viajo a Bolivia o a Guatemala y alguien no me deja tomar al bebé, porque 'le voy a robar el alma', le digo: 'déjeme'. Y, al final, los convenzo y les hago las fotos", cuenta.
El icónico estudio fotográfico D'Amico -que hizo su fortuna a partir de la sanción del voto femenino sacando fotos-carnet marcó el inicio de su carrera profesional. El padre de su amiga le abrió las puertas de su laboratorio de donde no salió nunca, y le presentó a la alemana Annemarie Heinrich, con quien aprendió a "leer fotografía".
Facio es autora del libro "Retratos y autorretratos" donde tuvo el privilegio de acercarse a personalidades de la cultura como Cortázar: "Cuando lo fotografié estaba pensando en el personaje de 'Rayuela', porque me parecía más Olivera que Cortázar", resumió.
- Télam: ¿Qué fue lo que la impulsó a realizar ese viaje iniciático a Europa?
- Sara Facio: Mis profesoras de Bellas Artes me habían inculcado la importancia de conocer otras culturas y formarme artísticamente. Creía que viajar e ir a las fuentes era fundamental. Esa época no es como ahora, nosotros veíamos los cuadros de los pintores chiquitos y en blanco y negro, y los cuadros hay que verlos en color y en tamaño natural. De modo que la enorme curiosidad y el deseo de saber era lo que me impulsaba.
- T: ¿Cuál fue el el momento más arriesgado profesionalmente?
- S.F: El regreso de Perón a Ezeiza, desde el punto de vista del riesgo físico, porque que te estén pasando balas sobre tu cabeza... estaba ocurriendo de verdad, no era cine. Todos atinamos a tirarnos al suelo y tratar de esquivar balas, pero de todas formas tampoco lo tomamos a la tremenda: no vi ningún ataque de nervios, y con mis colegas estábamos todos tratando de zafar.
- T: ¿La muerte de Perón fue el momento histórico más conmovedor que fotografió?
- S.F: Desde el punto de vista social, sí. Tenía conciencia de que era un acontecimiento histórico, a pesar de no ser peronista. La gente se conmovía mucho y eso para mí fue lo más revelador. Fue algo muy profundo y auténtico, como un acto de fe realmente y me llamó mucho la atención.
- T: Por qué decidió tomarle fotos a escritores?
- S.F: La personalidad de los escritores me atraía, había un respeto hacia ese don de crear con palabras. Para mí los escritores eran seres superiores a la gente común. Me sentía bien estando con ellos, me hubiese gustado pasar más tiempo.
- T: ¿Cómo fue la experiencia de retratar a Pablo Neruda, con quien estuvieron un mes en su casa de Isla Negra?
- S.F: El tiempo con Neruda fue algo aparte, un regalo del cielo: el habernos comunicado tan bien, con tanto cariño. Inclusive después cuando vino a Buenos Aires iba a venir a vivir a mi departamento porque ni él tenía conciencia de quién era, en cuanto a su trascendencia como escritor. Y cuando el editor Losada supo que se iba a quedar dos o tres días le dijo que fuera al Plaza Hotel, que estaba a dos cuadras de mi casa. Estuvimos en contacto permanente, inclusive cuando fue embajador en París. El contacto con Neruda fue muy profundo y prolongado hasta que murió.
- T: ¿Y con Borges?
- S.F: Borges era una personalidad única en el ambiente cultural. En esa época era mas fácil acceder a esa gente. Llamabas a la Biblioteca Nacinonal y te decia 'sí, venga'. Lo había conocido en el 62, 63 cuando le saqué las primeras fotos en el taller del dibujante Carlos Benítez, que pintaba fotos de escritores argentinos para una exposición Sacarle las fotos era algo raro porque yo soy hipoacúsica, y el hablaba entrecortado, muy bajo, y además no veía. Era una conversación un poco trunca, pero me venía bien porque Alicia le hablaba y yo aprovechaba para sacar las fotos tranquila.
- T: ¿Qué le significó el trabajo de "Humanario", profesional y personalmente?
- S.F: El director del Instituto Nacional de Salud Mental, Fernando Pagés Larraya, tenía que pedir aumento presupuestario para los psiquiátricos y nos convocó para tomar fotos de las fallas de los edificios del Borda, del Moyano y de otros de la provincia de Buenos Aires. Y cuando fuimos nos impactó ver el estado en que estaban los internos y por eso ampliamos tres o cuatro fotos para demostrar cómo estaban, abandonados. Personalmente fue una conmoción total, un antes y un después, era un costado de la vida que desconocíamos por completo. En ese momento recién empezaba la televisión, de modo que no se sabía nada de eso, eran temas ocultos. Después no nos podíamos sacar las imágenes de la cabeza, tuvimos 10 años los negativos en un archivo. Las fotos fueron tomadas en el 66 y las publicamos en el 76, en plena dictadura.
- T: ¿Qué le significó que algunas de sus fotos estuvieran en estampillas?
- S.F: Fue otro regalo del cielo. Hasta ese momento siempre las estampillas habían sido tomadas de dibujos o pinturas, pero para un congreso de salud mental se hizo un concurso y presentaron una fotografía mía, que yo no había mandado, supongo que fue Pérez Larraya quien la envió, y salió elegida. Fue la primera vez que una foto -ni una litografía, ni una reproducción de pintura- salía publicada en una estampilla. Era la foto de un niño con juguetes. Se hicieron millones. Yo compré una plancha del día de la emisión, era el año 65.