Dos fuerzas políticas bajo amenaza de desintegración

Son la Coalición Cívica y el Peronismo Federal. A su vez, la UCR no corre riesgos, mientras que el Frente Progresista puede consolidarse, al igual que el PRO. El oficialismo perfila disputas que vendrán.

La debacle opositora del 14 de agosto podría llevarse consigo dos sellos políticos que se habían consolidado en los años del kirchnerismo y que llegaron a plantearse como espacios alternativos de poder: la Coalición Cívica y el Peronismo Federal.

Los magros resultados obtenidos por sus figuras presidenciales Elisa Carrió y Eduardo Duhalde en las primarias serán lapidarios con las estructuras que los sostienen en caso de repetirse –como todo indica que ocurrirá- el 23 de octubre.

Ambos espacios sobrellevaron en las últimas horas congresos partidarios para recuperar energías de cara al tramo final de la campaña, pero quedaron más interrogantes que certezas sobre el futuro de ambas coaliciones.

En sus anteriores postulaciones presidenciales, Carrió había obtenido el 14,05 por ciento de los votos en 2003 y el 23,04 en 2007. Esa parábola ascendente comenzó con su salida de la UCR, la creación del ARI y luego de la Coalición Cívica con la que se presentó 2007, cuando fue la opositora más votada.

Posteriormente integró el Acuerdo Cívico y Social que hizo una buena elección en 2009, pero también decidió abandonarlo el año pasado y competir sin aliados en 2011. Acaba de recoger sólo el 3,31 por ciento de los votos en las primarias, lo que significó un duro golpe para su carrera política y para su partido.

Si el bajo nivel de acompañamiento se repite, sólo entrarían a la Cámara de Diputados, Patricia Bullrich por la Ciudad y quizá el primero en la lista de postulantes a la Cámara baja en Buenos Aires, el dirigente ruralista Mario Llambías. La CC pasaría de ser un bloque de 18 diputados a ser uno de 8.

Para colmo, esa fuerza estuvo perdiendo algunos soldados en las últimas semanas como la reconocida diputada Marcela Rodríguez -formó un monobloque- y es posible que el éxodo continúe. La propia Bullrich, que deslizó sus diferencias con la estrategia de campaña planteada por Carrió, basada en la cruzada
anticorrupción, quedó en la mira.

La diputada negó su pase al PRO como se rumoreó en los últimos días, pero sí promueve la integración de bancadas opositoras, con la base de lo que fue el Grupo A, lo cual no parece sencillo de amalgamar.

Lo que sí está claro es que agotada la estrella de Carrió, será difícil que un partido sin gran desarrollo territorial en municipios y provincias pueda llegar a reinventarse o sostenerse. No le ocurre lo mismo a la UCR pese a su mal presente. El radicalismo cuenta con estructuras locales y regionales sólidas y necesitaría un liderazgo nacional que pueda explotar su potencial.