Tras la huella de su historia

Hace un siglo pocas cosas se parecían a las actuales. Los desafíos, los objetivos tanto personales como sociales eran otros. Hipólito Yrigoyen se imponía como el primer presidente electo con la vanguardista Ley Sáenz Peña de voto obligatorio, universal y secreto; mientras tanto, Europa se despedazaba con la Gran Guerra, mutilando el sistema vigente hasta entonces y repartiendo nuevamente las cartas (siempre entre los mismos, claro está) del poder. Y allí, como el elemento de entretenimiento y distracción que siempre ha sido el fútbol, se organizó este certamen.  Y del mismo modo que la política argenta y la pelea de las potencias por el reparto global, siguió andando…

El lugar elegido difícilmente tenga algo que ver con su centenaria historia, pero por factores diversos, los emblemáticos protagonistas de esta Copa estarán muy lejos físicamente de sus pueblos. 

Cada seleccionado, con sus características, actualidades, presiones, virtudes y defectos determinará metas. Al cielo apuntará la mayoría. Un poco por el sentido de competitividad, ese que nos hace sentir que siendo once contra once todo puede suceder. Otro poco por la jerarquía de la mayoría de los planteles, casi todos con algunos eximios jugadores en grandes ligas del viejo mundo. Y otro tanto, porque cuesta vislumbrar un candidato marcado.

Los grandes no podrán deslindarse nunca de su bagaje, de sus medallas, debiendo asumir su lugar en el continente que los engloba. Y los otros, en su constante lucha por llegar a ser, partiendo de una exigencia menor en los papeles, fundada en sus escasas consagraciones. Pero el denominador común parece ser la transición. Quien no la sufre en el campo de juego, por el generacional cambio de nombres, la sufre en el banco con la llegada de cuerpos técnicos (y sus ideas) diferentes a los de la última competición. Con el agraviante que supone el escaso tiempo de contacto en el paño con sus pupilos.

Brasil, Uruguay, Perú y Paraguay enfrentan el inexorable paso del tiempo de sus elementos estelares del pasado cercano. Aunque los charrúas parecen haberlo digerido con gran naturalidad. Chile, el nuevo grande, transcurre sus días adaptándose a un nuevo entrenador y debiendo asimilar esto de ser ganador, combatiendo con la relajación que sufre el no acostumbrado a jornadas épicas. Colombia no ha modificado demasiados nombres ni su entrenador, pero la temporada de sus ases no ha sido muy destacable en sus clubes. Ecuador ha sumado herramientas, sobretodo tácticas, a su juego de la mano de Quinteros y parece regresar a los primeros planos continentales.

Venezuela y Bolivia siguen nadando en sus limitaciones. Panamá, de la mano del entrenador con más participaciones en esta competición, Hernán Bolillo Gómez, buscará sorprender. Costa Rica, intentará sostenerse en el nivel del mundial de Brasil. México afrontará con sus mejores hombres esta contienda, y con abanderados como Guardado y Chicharito Hernández buscará trascender con el apoyo multitudinario de su gente. El anfitrión, con el sostenimiento en el tiempo de Klinsmann como adiestrador tiene argumentos para convertirse en un hueso duro de roer. Por su parte Jamaica es toda una incógnita, por la lejanía, por la escasa evolución de su fútbol doméstico y por su poca tradición futbolera.

En este contexto, sin dudas, la selección de Martino emerge como candidato. Por individualidades, por el gran año que se acaba de ir para varios de sus miembros, por el conocimiento entre las partes, porque tiene al mejor conectado afectivamente con los que lo rodean, porque no se vislumbra un equipo con méritos que pueda colocarse por encima del resto y por historia.

Cuando la pelota ruede las palabras volarán por el aire, y el análisis se fundamentará en lo visto, y ya no en lo imaginable. Y si bien pareciera rozar muy poco las fibras íntimas de este paleado pueblo de la Nación Argentina la llegada de esta Copa, no deja de ser una linda oportunidad para ilusionarse… para alcanzar un éxito esquivo desde hace veintitrés años y para que nuestros muchachos reconquisten a su gente. Para ello deberá reencontrar la huella de su historia.