Cómo cambió la forma de ver ficciones
Cuáles son las historias que generan más ansiedad en el público.
Sin lugar a dudas la forma de ver televisión cambió para siempre. Los servicios de streaming en la línea Netflix , sumados a las descargas ilegales y a otras plataformas gratuitas brindadas por canales tradicionales, modificaron sustancialmente el modo en el que los espectadores consumen las historias televisivas. De esta forma, la actualidad revela que el modelo en el que una ficción sólo podía verse en un día y horario determinado, amenaza con extinguirse en pos de darle el control total al televidente.
1. El comienzo del cambio
Si bien son muy pocas las viejas ficciones que generaban ansiedad en su público, es sabido que algunas historias puntuales tenían un séquito de fans activos que esperaban al borde del sillón el estreno de un nuevo episodio. La primera Star Trek o la clásica La dimensión desconocida generaban una devoción muy atípica para su época.
Lo mismo sucedía con El Prisionero o Los Vengadores, sin mencionar ese viejo mito que dice que durante las publicidades de El Fugitivo, el nivel del agua en los Estados Unidos bajaba notablemente producto de un país que iba al baño en el mismo momento (el episodio final del 67, ¡lo vieron 78 millones de personas!).
El estreno de series clave como Los Soprano, cambiaron las reglas del juego no solo por cómo se construía formalmente una ficción para tele, sino también con respecto a cómo se consumía. El boom en la venta de las temporadas de esas series, marcó un importante quiebre que HBO supo capitalizar como ninguno lo había hecho antes.
Así nació una legión de fans que no necesariamente consumían la serie mediante su televisación, sino que preferían esperar que estuvieran a la venta las temporadas completas, y de esa forma darse una panzada de su serie favorita. Comenzaba a gestionarse un cambio que modificaría para siempre la forma de consumir ficción en la pantalla chica.
2. La importancia del cliffhanger
Abrams supuso un verdadero terremoto en término de adicción televisiva y era muy común que los televidentes que descubrían esa serie se pusieran al día con peligrosa velocidad (viendo quizá dos o tres temporadas en menos de una semana). El gigantesco clima de intriga y la muerte de personajes centrales generaba una ansiedad que era francamente insoportable.
La odisea, claro está, aparecía cuando ese espectador se ponía al día, debiendo tolerar sí o sí la ración semanal. Pero Lostinauguró esta idea de ser un producto que idealmente demandaba ver varios capítulos seguidos y, no solo eso, porque su cantidad de misterios y referencias camufladas en sucesos previos, invitaba a ver y rever viejas temporadas en busca de respuestas a lo que sucedía en esa inexplicable isla.
Por otra parte, la serie 24 y sus capítulos en "tiempo real" también generaban en sus fans una ansiedad que dificultaba muchísimo la espera semanal. El nicho de series que vivían saltando de cliffhanger en cliffhanger (así se llama a esas situaciones en las que un episodio termina con una amenaza mortal y que tiene su origen en los viejos seriales de los veinte y treinta), pronto explotó dando nacimiento a relatos como Prison Break, Heroes o Jericho, que más allá de sus respectivas calidades, entendían que el negocio también era vender las temporadas en DVD y así generar la necesidad de darse buenas panzadas de temporadas. El negocio avanzaba, pero lo que muchos no advirtieron era que también estaba cambiando la forma de consumir series. El modelo de la "historia en entregas semanales" estaba a punto de entrar en crisis.
3. Saborear versus devorar
Netflix pudo no haber pegado primero, pero con seguridad rápidamente se convirtió en el gran referente de su rubro. El servicio de streaming que permite ver series en temporadas completas, terminó de blanquear esta idea de que el público es el que necesita definir cómo quiere ver su ficción favorita. Partiendo de esa idea, la empresa desarrolló un análisis sobre las series que se devoran, contra las que se saborean. En un estudio que integró a la Argentina entre los casi 200 países censados, Netflix analizó qué ficciones parecieran ser consumidas sólo a través de maratones. Entre ellas, se destacan Orphan Black, The Walking Dead, Breaking Bad o Los 100 como las consumidas a través de panzadas. Entre ellas, sin lugar a dudas es la del apocalipsis zombie la heredera más directa de Lost y del esquema de historias que se nutren del cliffhanger eterno.
En la vereda opuesta, se encuentra el grupo de las saboreadas, las que se ven de manera paulatina. Netflix concluyó que House of Cards, Bloodline, Mad Men yNarcos no generan adicción descontrolada, sino que son en su mayoría vistas de a pocos episodios. Lo que engloba a esas historias es que todas apuntan a construir arcos dramáticos que no apelan al efecto inmediato, sino que evolucionen de manera más moderada y sin golpes de efecto (algo que, de más está decir, no las hace ni mejor ni peor que las del otro grupo). Como otro dato fundamental, vale destacar que observaron en su estudio que en promedio una temporada se consume de cinco a siete días, un dato importante que indicaría que por semana, un espectador promedio ve trece horas de ficción televisiva. Es un número altísimo que deja en evidencia que la pantalla chica es la reina del entretenimiento popular.
4. La tele argentina, a la altura de las circunstancias
El de la TV Pública es un caso de lo más interesante. Muchas excelentes ficciones que ese canal estrenó en los últimos años (En Terapia, Variaciones Walsh o Jorge), si bien al momento de ser televisadas no lograron un rating significativo, gracias a su posterior difusión completa vía YouTube, sí consiguieron mantenerse en el tiempo, haciendo que el boca a boca las coloque en un lugar de renombre. Por fuera de entender el rating como un tubo de oxígeno imprescindible para estar al aire, el hecho de ser todas ellas miniseries y de estar disponibles a la espera de ser descubiertas, les otorgó un gran punto a favor. Esta modalidad disparó varias alertas y habilitó que otros canales desarrollen plataformas propias en las cuales colgar los capítulos completos de sus series y programas emblema, permitiendo así que los televidentes no deban atarse al típico esquema de "lunes a viernes, de 21 a 22". De esta manera, se le permite al espectador mirar al ritmo que quiera y según la cantidad de capítulos que guste, otra señal inequívoca de que la forma de ver televisión cambió.
5. Poder para los espectadores
Estamos a pocas semanas de conocer el final de la sexta temporada de Game of Thrones, y los spoilers corren como reguero de pólvora. No ver un episodio al momento de su estreno, sumado a la inexplicable incontinencia de muchos fans que no aguantan ni cinco minutos para compartir en redes sociales que murió tal o cual personaje, obliga al espectador a ver la serie cuando el canal lo ordena y no cuando él quiere. Y este es un modelo viejo, que paulatinamente podría morir. Los servicios de streaming de muchos canales de cable (HBO o FOX, entre los más populares) están confirmando que la opción ideal es la de permitir que el televidente vea la temporada en el tiempo que quiera y a razón de los capítulos que desee. Esto tiene un doble beneficio porque no solo permite darse las ansiadas panzadas de series, sino que también impide la distribución masiva de spoilers. La lógica es sencilla: si los espectadores están ubicados en distintos puntos de una historia de cuatro temporadas, jamás van a estar todos hablando de lo que pasó la semana pasada (motivo por el que prácticamente nadie se estropeó las sorpresas que hubo en House of Cards o Daredevil, cuyo estreno mediante Netflix fue a través de temporadas completas y no en capítulos semanales).
El mercado evoluciona junto a los espectadores, o dicho con más precisión, el mercado debe evolucionar junto a los espectadores porque insistir con mantener viejos dogmas del pasado sólo sirve para oxidar el formato. Y en esa evolución constante que son los medios, el aceptar de una vez por todas que la ficciones deben estar a disposición del espectador para que sea él quien elija cuándo, cómo y dónde verlas parece ser la única conclusión lógica a la hora de mirar series. Y de yapa, se eliminaría el gran mal de nuestro tiempo: el spoiler.