El homenaje a Gardel de Ariel Ardit y la sinfónica de Medellin
El CD rescata el notable concierto que el cantante brindó el año pasado, ante cinco mil personas, en el aeropuerto de Medellín, a 80 años del trágico accidente. Ardit se luce en medio de la grandilocuencia de la propuesta.
Difícil tarea homenajear a Carlos Gardel. El 24 de junio del año pasado, cuando se cumplieron 80 años del accidente de aviación que se cargó su vida, hubo cantidad de actos y recordatorios. Uno de ellos fue un majestuoso concierto que el cantor Ariel Ardit brindo ante cinco mil personas en el aeropuerto de Medellín, donde el Zorzal Criollo se estrelló. Medellín es una ciudad tanguera como pocas en Colombia y su orquesta sinfónica –dirigida por Gonzalo Ospina– acompañó al argentino. También fueron de la partida sus compatriotas Andrés Linetzky (piano y arreglos) y Ramiro Boero (bandoneón). El resultado llega ahora al cd, como Gardel sinfónico.
Lo dicho: es difícil tarea homenajear a Gardel, acaso una de las voces más cercanas a la perfección que dio la canción popular latinoamericana. La elección de Ardit va en el mismo sentido que otros intentos de pasar por lo sinfónico a músicos populares. Es que lo sinfónico se asocia a la grandeza. ¿Y quién más grande que Gardel para el tango? Además de su voz, el “Mudo” también fue un gestor cultural que cambió su sistema de negocios y consolidó el modelo de tango-canción.
Los arreglos de Linetzky cumplen perfectamente el cometido, pues todo el concierto/cd transmite grandeza y permite adivinar en su sonido lo imponente del marco en que fue ejecutado. En este sentido, el trabajo del pianista es impecable. La paradoja del caso es que esta orquestación obtura el resto de los estilos que también se subsumían en Gardel, como el tradicional trío de guitarras. La misma composición de la orquesta sinfónica impone otra sonoridad. Aquí hay multitud de cuerdas, instrumentos menos tradicionales para el género (flautas traversas, xilofones, vientos). Boero, en tanto, aparece con algunos solos en distintos pasajes (en la obertura del propio Linetzky o en “Tomo y obligo”), pero sino oficia más como acento que como instrumento pivotal, abrumado por la línea infinita de violines, cellos y violas. Todo ello impone otra sonoridad
Pero si la Sinfónica de Medellín tiene un papel preponderante en esta placa, la auténtica estrella es el propio Ardit. Pocos cantores se bancarían una propuesta de este calibre (Hernán Lucero, su joven coterráneo Carlos Habiague). Ardit sale triunfante, con una interpretación excepcional que arranca pasada la obertura instrumental con una potente acometida a “Mi Buenos Aires querido”. El disco presenta un nivel muy alto y muy parejo de comienzo a fin. Vale destacar, sin embargo, la sutileza de “Lejana tierra mía” tras su recitado inicial, los colchones de cuerdas de “Cuando tu no estás”, la fuerza de “Volver”, y los juegos musicales que aplica el arreglador en “Sol tropical” y “Rubias de New York”.
La elección del repertorio es otro acierto de Ardit y compañía. Además de clásicos indiscutibles (en su mayoría de Gardel y Alfredo Le Pera, pero también hay algunos con Lattés, Battistella y Tucci), resulta imposible no escuchar la selección en función del contexto y el regreso eternamente trunco de Gardel, que comienza con “Mi Buenos Aires querido”, atraviesa la “Lejana tierra mía” y culmina en “Volver”.
Ardit presentará el disco en Córdoba el próximo 8 y 9 de julio y no retomará el proyecto sino hasta diciembre cuando comience la gira de presentación en vivo por Montevideo, Buenos Aires y Madrid.