"La Biblioteca debe formar individuos que cuestionen las reglas "

El director de la biblioteca nacional señaló que completarán el trabajo de digitalización del catálogo.

Alberto Manguel

"Una biblioteca no puede existir sin catálogo así como una persona no puede existir sin cara. Es el corazón de la Biblioteca", indicó el ensayista y traductor durante su primer encuentro con la prensa, realizado hoy en la oficina que ocupa transitoriamente en el primer piso del edificio situado en la calle Agüero, donde a lo largo de más de una hora delineó las prioridades de su gestión y se explayó sobre cuestiones como la corrupción y el consumo.

A los 68 años, Manguel encara su primer experiencia en la función pública con el cargo que asumió formalmente hace una semana y que lo devuelve a la Argentina tras una residencia de más de cuarenta años fuera del país. "Esto es un laberinto inmenso, para usar una palabra borgeana -aseguró en el comienzo de su diálogo con los periodistas-. Estoy aquí desde hace dos semanas y no sé si tengo un departamento, porque estoy en la Biblioteca desde las siete de la mañana hasta la medianoche".

"No se trata de cambiar sino de construir sobre lo que ya estaba. Por eso, algunos programas que ya exístían vamos a extenderlos", señaló Manguel, que además anticipó su decisión de viajar a las provincias para reunirse con los bibliotecarios de cada zona: "Somos una biblioteca nacional, no porteña. Por lo tanto, debemos fortalecer la relación con las otras bibliotecas", enfatizó.

El autor de "Leyendo imágenes" sabe que el puesto tiene en la Argentina una connotación política que no tendría en Canadá, Francia o los Estados Unidos, países en los que alternó su residencia durante más de cuarenta años: "Si usted le pregunta a un francés, un inglés, un canadiense o un chino quién es el director de su Biblioteca Nacional, apenas saben que hay una biblioteca nacional. Acá voy a tomar un café y el mozo ya sabe quién soy", ironizó.

"Mucho de mi esfuerzo al principio será para demostrar que no somos políticos, no en el sentido de seguir una política de cualquier partido. Sí lo somos en el sentido de que albergamos los documentos de todas las expresiones políticas -indicó-. Por ejemplo, hace unos meses en Alemania se publicó una edición crítica de 'Mein Kampf', la biografía de Hitler. Por supuesto que la compramos para la Biblioteca, porque ese documento debe estudiarse. Eso no quiere decir que nos proclamemos nazis".

Una de las prioridades del intelectual es completar la digitalización del catálogo, tarea que está avanzada en más de un cincuenta por ciento en tanto ya que se trasladaron a este formato alrededor de 1.600.000 de títulos sobre un total de tres millones.

La otra prioridad del autor de "Una historia de la lectura" es integrar las voces de distintas comunidades y culturas, como las poblaciones de las villas, las cárceles o las comunidades indígenas. En esa línea planea lanzar cuatro focos destinados a acuñar y difundir textos y documentos relacionados con cada temática.

"Quiero extender las relaciones con las distintas culturas y comunidades para que la Biblioteca nos represente a todos. Para eso vamos a crear cuatro centros permanentes: uno dedicado a la historieta -quizá se desarrolle con un formato de festival-, otro a la literatura policial, otro al psicoanálisis y por último uno orientado a la memoria y el exilio", anticipó.

"La idea es que haya memoria de los exilados a través de distintas etapas de nuestra historia que va desde Echeverría hasta el pasado reciente, y dar lugar por otro lado a otras comunidades que no son consideradas, como las culturas indígenas, los sobrevivientes de la Shoah o los del genocidio armenio", amplió el escritor.
 

"En eso el rol de la Biblioteca de alguna manera se opone al Estado. El Estado es el lugar que construimos para estar todos juntos bajo reglas y leyes. Pero la Biblioteca, en cambio, debe formar individuos que cuestionen esas reglas y leyes para que el Estado siga extendiéndose, cambiando, mejorando"


Sereno pero a la vez expectante con las preguntas, Manguel enumeró sus objetivos -en algunos tramos asistido por Elsa Barber, la subdirectora de la institución y con un perfil técnico para la función del que carece el intelectual- y remarcó que su reto es convertir a la Biblioteca en "un lugar para pensar, aprender a hacer preguntas y cuestionar".

"En eso el rol de la Biblioteca de alguna manera se opone al Estado. El Estado es el lugar que construimos para estar todos juntos bajo reglas y leyes. Pero la Biblioteca, en cambio, debe formar individuos que cuestionen esas reglas y leyes para que el Estado siga extendiéndose, cambiando, mejorando", opinó.

"Vivimos en una sociedad del consumo y para que este tipo de sociedad funcione hay que crear consumidores. ¿Qué quiere decir esto? Un consumidor es una persona a quien se diluye la inteligencia. Los niños nacen inteligentes, hacen preguntas. La educación del consumo consiste en que esas preguntas se reduzcan a cuestiones de placer inmediato y de facilidad", continuó.

Contra ese tipo de pensamiento la Biblioteca, según Manguel, debe ofrecer alternativas "que alimenten la curiosidad y la inteligencia de los usuarios" y disipen el efecto "de la publicidad industrial y política".

Manguel contó que uno de los temas que más lo obsesiona es la corrupción: "Es mi preocupación esencial -indicó-. Viví muchos años fuera de la Argentina pero he venido muchas veces porque tengo familia aquí. Creo que la Biblioteca como símbolo de la identidad del país debe tener un rol no sé si pedagógico -me molesta la idea de que alguien enseñe desde arriba- pero sí ejemplar en el sentido de que pueda mostrar otras posibilidades".

"En la historia universal nunca hemos logrado tener una sociedad enteramente feliz o enteramente justa. Por más que una cosa sea imposible tenemos que intentarlo. Debemos intentar tener un país donde haya más gente que sea feliz, que pueda vivir en condiciones decentes y sentir que la justicia es elemental. No podemos tener una sociedad en la que las leyes son arbitrarias", apuntó Manguel.

Alberto Manguel