El sentido común nos puso en nuestro lugar

Existen diferentes caminos para aproximarse al resultado en el fútbol. Las propuestas pueden ser diversas. Pueden definirse estrategias, dibujos tácticos, ideas de juego antagónicas. Puede partirse de potenciar lo propio, o puede partirse de anular primero la propuesta rival. Pero lo que no admite discusión es que para preparar una idea se precisa tiempo.

El triunfo aislado, ese que surge de un enfrentamiento de noventa minutos está al alcance de casi todos. El azar como aliado puede reemplazar trabajo y planificación. El problema radica en sostener buenos resultados sin el sustento de la predica cotidiana, del desarrollo de una intención, sea la que fuere.

Esta claramente demostrado que desarrollar una propuesta dedicándole horas tampoco garantiza réditos inmediatos. Sería absurdo no reconocerlo, de lo contrario, todo aquel que se jactase de elaborar un plan de juego y de llevarlo a la práctica recogería positivos dividendos. Pero haciendo el ejercicio de correr del eje al score para profundizar el análisis, la posibilidad de ver plasmado un pensamiento suele ser mayor cuando está sustentado y entendido por los intérpretes, incorporado en la dirigencia y aceptado –guste más o guste menos- por los simpatizantes. Y para eso es necesaria y vital la continuidad en el tiempo.

Todo proyecto que se autodenomine serio precisa un margen para llevarse a cabo, para ponerse de manifiesto. Aun con las urgencias de nuestro fútbol, últimamente se ha entendido que tres derrotas consecutivas a veces manifiestan desorientación, bajo rendimiento y otras veces exteriorizan cuestiones más finas que definen un resultado como el nivel del rival, ausencias importantes o circunstancias puntuales del juego. La tolerancia se ha corrido un poco más lejos. Y es un pequeño triunfo. Un comienzo.

Hoy nuestro seleccionado de fútbol olímpico expone la falta de planificación y de trabajo ordenado amén del resultado, ese que llegó contra Argelia, a pesar de no ser superiores en los noventa minutos. Pero la capacidad de producción de talentos futbolísticos no tiene tope en este país. Gracias al entendimiento del juego por parte de varios de estos pibes, y a la jerarquía individual la balanza se equilibró. Por momentos, y ante determinados rivales. A veces alcanza y a veces no. Cuando no hubo equipo aparecieron individualidades que sostuvieron una ilusión tirada de los pelos.

Este grupo de muchachos mostró actitud, ganas, rebeldía ante la adversidad, intenciones manifiestas de estar y un enorme amor a la camiseta. Pero a veces alcanza, y otras no. Por eso existen los entrenadores. Porque los momentos de confusión exigen que alguien capacitado y con influencia sobre el conjunto pueda encausar la mano torcida con sus indicaciones, con su ascendencia. Y para representar una idea, convencer y desarrollarla se precisa conocimiento. Entre todos. Y este grupo no pudo conseguirlo por el simple hecho de que debieron conocerse personal y futbolísticamente con sus compañeros y con el cuerpo técnico en el mismo momento. Y ese momento fue un puñado de demasiado atrás.

Estos chicos no regresarán con medallas y no es su responsabilidad que esto ocurra. No han entrenado casi nunca juntos, no vienen trabajando en juveniles como equipo, dibujando una línea de continuidad que termine agregando jugadores de gran actualidad para jerarquizar el equipo como ocurría bajo esa misma camiseta no hace tanto tiempo…

Tampoco será responsabilidad de Olarticoechea, que no solo se ha reunido con estos muchachos ayer, sino que además no venía trabajando en selecciones formativas, ni en clubes, ni en nada más que el fútbol femenino de AFA, con todo el respeto que eso merece, pero con la distancia del profesionalismo masculino que eso implica. Derrocha alegría, contagio y felicidad el Vasco, pero no ha podido traducirlo en lenguaje futbolero, ese que se vale de circulaciones, presiones y posicionamientos en el campo.

Quizá sean un poco responsables… no más que poco, o muy poco. Esto es una consecuencia, no una causa. Como fue consecuencia que un cuerpo técnico del Club Lanús se encargue de dirigir a la Sub-20 que disputó el torneo de L´Alcudia, en España, días atrás; o como fue consecuencia que no hayan viajado jóvenes argentinos a entrenar como sparrings de la selección mayor en la Copa América Centenario; o como fue… y es consecuencia que las selecciones juveniles no tengan un solo entrenador dándole vida al predio de Ezeiza.

Las causas tienen olor a perfume importado, más que a sudor de entrenamiento; tienen aspecto de mercaderes trajeados más que de simples jugadores de pantalón corto; son oscuras como las oficinas y los escritorios de calle Viamonte, más que brillantes como el verde césped de nuestras canchas.

Seamos piadosos con los pibes que quisieron ir a los juegos Olímpicos… aunque la realidad nos haya dado una bofetada y el sentido común nos haya puesto en el lugar que merece este desordenado fútbol argento.