Luciano Napolitano: "Para muchos, Pappo es como Jesús"
Antes de la presentación del nuevo disco de su banda, Lovorne, el músico habla de su padre, de las pérdidas y de su presente.
Luciano Napolitano se libera del peso de su guitarra eléctrica negra y mira por la ventana de la sala a sus compañeros de Lovorne: el bajista Marcelo Bracalente y el batero Adrián Espósito. Hoy presentan su sexto disco, Lovornetorium, en Teatro Vorterix (Lacroze y Alvarez Thomas). Justo el día de un nuevo aniversario -el 67°- del nacimiento de Pappo, su padre. “Es muy emotivo presentar el disco de Lovorne un 10 de marzo, y vamos a celebrarlo con alegría”, cuenta. "No fue algo especulativo. Yo soy su hijo, tengo 42 años y me puedo dar este gusto”.
Tras el paso de Sermón de vino y Huachu por el escenario del Vorterix, Lovorne tocará los diez temas -bien pesados- de Lovornetorium. "Expresan la realidad de la banda. Me fui conociendo más a mí mismo”, jura. También harán temas más viejos, y rematarán con unos clásicos de Riff junto a dos eternos compañeros de Pappo: Vitico en bajo y Boff en guitarra rítmica. También expondrán guitarras del Carpo en el teatro y, ya entre íntimos, brindarán con la nueva cerveza ahumada Pappo’s Red Ale, de Berlina.
“Es muy delicado para mí, y hay que ponerse en mi lugar. Para muchos, Pappo es como Jesús. Y si Jesús hubiera tenido hijos y vos te lo encontraras, ¿le preguntarías ‘¿Che, cómo murió Jesús?’ O ‘¿Dónde lo enterraron?’. Son cosas muy morbosas que a mí me afectan mucho”, dice.
Entonces, ve una imagen sobre una moto: él mismo. “Yo, durante años fui cada 24 de febrero al lugar en Luján donde murió mi viejo, para tocar sus temas. No aceptaba que se hubiera muerto”, dice Napolitano. Y sigue: “Hasta que no me dio más la nafta, y me tuve que poner las pilas. Porque tengo tres hijos, una banda y un montón de público. Egoístamente, quizá sin darme cuenta, me ahogaba en alcohol para sobrellevarlo y no asumía el rendimiento que me debía en el escenario. Con ayuda de mis amigos y de la música pude seguir adelante”.
En febrero de 2005, Pappo, Luciano y su ex pareja cenaron en un restaurante de Luján. Más tarde, en el kilómetro 71 de la ruta 5, la Harley Davidson del mito de la guitarra de La Paternal y la Kawasaki de su hijo se rozaron, Pappo cayó al asfalto y lo arrolló un auto que venía en sentido contrario. “Muchos dicen que perdió la vida el 25 de febrero, pero a mi papá lo atropelló un Clío en la ruta a las 23.54. El no quería velorio ni flores; nada más estar con sus padres en Mar del Plata, en un lugar puntual que sólo yo conozco. Ahí llevé la gran parte de sus cenizas y el resto a La Paternal. La gente va en su cumpleaños y festeja. Yo lo entiendo y no juzgo, porque es imposible que una persona se ponga en el lugar de otra. Cuando yo estoy con las cenizas de mi viejo no hay nadie alrededor, y puedo conectar realmente con mi interior y con él”.
En mayo de 2016 falleció Juan “Locomotora” Espósito, el baterista de la pionera banda de rock pesado El Reloj y también de Lovorne. Su última grabación fue Lovornetorium, y su hijo Adrián Espósito lo reemplazó. “Yo no invoco a ninguno de los que hoy están en paz. Simplemente, llevo las enseñanzas de vida que compartieron. Mucha gente necesita respuestas acerca de esa persona que nos dio un amparo frente a la orfandad que existe adentro de uno cuando dice: ‘Loco, ¿esto es libertad?’. Todavía no la digiero bien, pero todo se hizo en base al amor que tenemos por la música y por los demás”.
Hoy tendrán más invitados para reunir generaciones del hard rock en escena: Willy Quiroga, Beto Ceriotti, Carlos Gardellini y hasta Jorge “Corcho” Rodríguez, que además de empresario gusta de tocar guitarras y ponerse camperas de cuero. “El Corcho nos ayudó editando Lovornetorium por su empresa Nelly Discos, y logró que la multinacional Sony lo fabricara y distribuyera”, agradece Napolitano.
“La fecha original era el 24 de noviembre, pero no nos dio el presupuesto, y la reprogramamos. No fue algo premeditado, y los que nos siguen lo saben. Con eso me alcanza”. ¿Y los demás? “Les deseo lo mejor a todos los que hagan homenajes a mi viejo en las fechas que les parezca. Acá no hay peleas ni competencia. Esto no es fútbol ni automovilismo. Esto es rock”.
Y sonríe con voz áspera: “Así como cualquiera puede ver que yo soy un rockero, que estoy separado y que duermo en una sala de ensayo, nadie puede decir que a mis hijos no les doy todo, ni que mi viejo me dejó en banda. Él fue la persona más honesta del mundo conmigo. Con él adquirí desde niño una virtud: la empatía. No nos hacía falta ni hablar. Ni eso necesitábamos para entendernos”.