Charles Aznavour volvió anoche a los escenarios porteños y cumplió con creces, pero también con las limitaciones propias de sus 92 años, al hacer un repaso de su extensa carrera ante un público fiel que celebró cada una de sus interpretaciones.

Cuando Aznavour subió al escenario del teatro Gran Rex, resultó imposible soslayar la edad del cantante y compositor a la hora de hacer una crítica de su desempeño.

Como el propio cantautor confiesa, se ha transformado en un decidor de sus propias canciones y admite en público que tiene la voz rota, le falla la memoria y padece problemas de audición.

La necesidad de cantar los temas en un registro más bajo hizo que canciones como "De quererte así" y "Ave María" fueran reconocibles solo a partir de sus letras, algo similar ocurrió con "La Boheme", que abordó desde ese rol de decidor, mientras que "Venecia sin ti", una canción de mayor complejidad melódica, pudo afrontarla con más oficio que caudal vocal.

Un grupo de guitarra, bajo y batería, al que se le sumaba un piano, un teclado y dos mujeres en los coros, acompañó con solvencia el extenso repertorio, mitad en francés y mitad en castellano, que desgranó el cantante galo-armenio.

De cualquier manera, Aznavour "jugó de local" y el público que colmó la sala del centro porteño aplaudió a rabiar cada una sus interpretaciones y lo ovacionó de pie en múltiples oportunidades.

Incluso solicitó un nuevo bis al que Aznavour declinó saliendo a saludar desde el fondo del escenario sin acercarse al micrófono.
Después de una hora y media de despliegue escénico, donde no faltaron algunos pasos de baile, monólogos en francés y recursos histriónicos, el publico comprendió que no podía pedir más y se retiró más que satisfecho.

Podría arriesgarse que los espectadores saludaron la trayectoria artística de Aznavour y su invalorable aporte a la canción popular universal, aún a sabiendas de que sus memorables interpretaciones solamente viven en sus discos y en Youtube.