Joan Crawford: la diva que no supo amar

A 40 años de su muerte, la serie Feud le devolvió estelaridad a su nombre; la gran estrella de Hollywood tuvo una vida marcada por el fracaso de sus matrimonios, el maltrato a sus hijos, la competencia feroz con sus colegas y largas jornadas sumidas en el alcohol

"¿Quieres decir que durante todo este tiempo pudimos haber sido amigas?", la pregunta de Jane a Blanche en el final del film ¿Qué fue de Baby Jane? encierra una declaración filosófica que bien podría definir lo que fue la vida de Joan Crawford . La gran diva de Hollywood no se caracterizó por sembrar los vínculos amorosos ni con sus hijos, ni con sus parejas y mucho menos con sus compañeras de trabajo. Podría haber sido una figura querida, pero su modo de vida la convirtió en una estrella reconocida y, paradójicamente, odiada.

Fue la diva que no supo amar y aunque sus fanáticos le rendían, y le rinden, culto reverencial, lo cierto es que la mujer de mirada férrea hizo honor a ese rictus implacable. Hoy, se cumplen 40 años de su muerte. A los 73 se apagó su llama rígida dejando un tendal de heridos que fueron víctimas de sus malos modos, desavenencias, y destrato tal como lo refleja la flamante serie Feud de Ryan Murphy, centrada en los pormenores de la filmación de aquel emblemático film que la unió en el cartel con su archienemiga Bette Davis. Cada episodio de Feud se convierte en una comidilla para alquilar balcones. Una radiografía despiadada que desnuda los trapitos sucios de una mujer que eligió la contienda y la frialdad como patológico modo vincular. Acaso ¿Qué fue de Baby Jane? es el botón que sirve de muestra para desenmascarar a una de las figuras que más éxito tuvo en el star system internacional.

La chica de Texas

Lucille Fay Le Sueur, tal su verdadero nombre, nació en 1904 el seno de una humilde familia de San Antonio. Su madre tuvo que hacer malabares para poder mantenerla debido a que su marido la abandonó antes que naciera la pequeña Lucille. Fue gracias a su posterior matrimonio con un empresario teatral que pudo darles un mejor bienestar a su hija y hermanos.

Desde pequeña las tragedias cachetearon su vida. Uno de sus hermanos falleció muy joven y ella misma debió reponerse de un severo accidente automovilístico que no impidió que sus primeros pasos estuviesen vinculados a la danza, mientras se ganaba la vida como camarera.

Sus primeros pasos en Texas la llevaron a transitar los sets cinematográficos como artista de reparto en films mudos. Pero ávidamente, dado su enorme talento, perseverancia y carisma frente a la cámara, comenzó a escalar la montaña de una carrera estelar. Se adaptó rápido al cine sonoro debido a su caudal vocal. Algo que no sucedió con todas las estrellas de su época como Mary Pickford. Joan vestía raro. Y no le escatimaba a las relaciones con los hombres. Era de avanzada. Una cualidad, para muchos y motivo de discriminación, para otros.

AMORES POR CONVENIENCIA 

Se casó en cuatro oportunidades. ¿Siempre por amor? Sus detractores dicen que jamás se enamoró de nadie y que solo estaba con los hombres por el placer que le daba el sexo y por el rédito que podían otorgarle a sus cuentas bancarias. ¿Habladurías? ¿Chismes infundados? Sus tres primeros matrimonios acabaron en divorcio. El último, con la muerte de su marido. Se casó primero con el actor Douglas Fairbanks, Jr., quien impulsó su carrera. Su último esposo fue el director de una multinacional empresa de gaseosas. Con su fallecimiento, la actriz comenzó a participar activamente en las decisiones de la compañía a partir de haber "heredado" el puesto. Pero no duró mucho.

Con tres nominaciones y un premio Oscar obtenido; una merecida estrella en el Paseo de la Fama y una filmografía tan abultada como prestigiosa; transitó una carrera brillante que tuvo alguna pausa esporádica debido a algunos fracasos de taquilla que no lograron opacarla. El éxito marcó el rumbo de sus decisiones. Pero todo tiene un fin y la carrera de Joan también lo tuvo. En 1970 se retiró definitivamente, no quería mostrarse decadente. Por otra parte, el peso de una vida familiar desastrosa la llevó a un ostracismo en el que rumió sus penas. La mayoría de ellas germinadas en su falta de amor y cariño, sobre todo para con sus hijos. No quiso, no supo o no pudo querer. Pero así fue.

Joan Crawford, una de la estrellas de la época de oro de Hollywood. Foto: AP