Se habla de su físico y no tanto de su juego
La rumana, campeona junior en París en 2008, tomó una decisión de vida para apuntalar su carrera; la reducción de busto surtió efecto, los comentarios groseros quedaron de lado, se convirtió en una de las mejores y sueña con ganar ahora en mayores
Ella quería ser tenista, y de las buenas. Aunque muchos decían que nunca iba a sobresalir en el deporte. Existe la mirada rápida en el circuito y el entorno, y así como a la rusa Anna Kournikova siempre se la indicó como que iba a sobresalir más en las pasarelas y modelando que dentro de las canchas, a la rumana Simona Halep le auguraron destinos variados. Su paso por el tenis sería fugaz, se vaticinaba. A la chica nacida en Constanza, en la costa del mar Negro y a unos 230 kilómetros de la capital Bucarest, le molestó mucho que al consagrarse aquí mismo en juniors, con sólo 16 años, en 2008, pocos hablaran de su juego, de sus capacidades. Todos se enfocaban en llamativas cuestiones físicas, concretamente en el voluminoso tamaño de sus senos.
Halep estaba contrariada. Quería ser campeona, pero no se la consideraba tenista. Y sus primeros resultados profesionales no fueron buenos. Paralelamente empezaron a circular fotos suyas en la playa, con leyendas agresivas y comentarios inapropiados de los cibernautas. Nada que no hayan padecido, y sigan sufriendo muchos en estos tiempos. A Simona la afectaban sensiblemente, pero nunca se resignó. No pasó mucho tiempo, apenas un par de años desde su consagración en juveniles en el Abierto francés, para que hiciera un anuncio especial: con el consentimiento familiar, se sometería a una intervención quirúrgica para reducir el tamaño de su busto. "Me perjudica al correr, no puedo desplazarme de la manera que me gustaría. Quiero sentirme cómoda en la cancha y también en la vida. Si no fuese tenista también me operaría por una cuestión de estética. Es la única manera para focalizarme en mis objetivos deportivos y también para que dejen de hablar de mi por otros motivos que no tienen que ver con la raqueta", expresó.
Se operó y su transformación fue notable. Quien observa sus primeras fotos y las actuales consignará que parecen dos personas diferentes. También lo es su tenis. En un proceso que no fue sencillo, porque tuvo que esperar varias temporadas para procesar una mejoría ostensible, Halep empezó a disfrutar del deporte que la apasiona y con el que soñó trascender desde pequeña. Hoy en día, quien no está muy actualizado o sigue al detalle la marcha del tenis profesional ni siquiera registra el pasado de la tenista rumana, a 9 años de su título junior. Pasa como una más. Aunque no tanto: es una de las firmes candidatas al título.
Su ascenso y notoria evolución en la cancha le permitió instalarse entre las mejores y obviamente cosechar mejores resultados. Sin ser muy alta (1,68m), tiene un tenis vigoroso que nace de un saque potente a partir de su mecanización. Es agresiva y de buscar el punto. No es de las que les gustan estar mucho tiempo en la cancha: cuanto más rápido, mejor. Su temporada de mayor suceso a nivel Grand Slams fue la de 2014, con cuartos de final en Australia, final en París y semifinal en Wimbledon. Y se mantuvo con suceso al año siguiente, nuevamente con cuartos en Melbourne y semifinal en el US Open. Volver a la final de Roland Garros es una meta. Sobre todo después de derrotar en una hora a la española Carla Suárez Navarro (23a) por 6-1 y 6-1.
Aunque no todas son buenas para la 4a favorita: se quedó recientemente sin coach (el australiano Darren Cahill) y durante la final de Roma que perdió con la ucrania Elina Svitolina se lesionó un tobillo. "Perder el entrenador fue un shock, pero igual encontré respuestas anímicas y estoy con muchas ganas. El dolor en el pie no se fue, está, me trato cada día, pero me siento jugando al tenis como siempre quise. Y ahora quiero la revancha con Svitolina". La chance la tendrá, pues será su rival en cuartos.
Con 15 títulos profesionales (uno este año, en Madrid) y cerca de US$ 17 millones cosechados en previos, Halep pudo torcer la historia, dejar atrás aquellos tiempos de discriminaciones y groserías. Cambió su físico, pero nunca modificó sus deseos de trascender. Con la raqueta en mano y lejos de las pasarelas.