¿Pueden los Spinner ser peligrosos para los niños?
La Cámara Argentina de la Industria del Juguete llamó a los padres a tomar recaudos ante los nuevos juguetes de moda.
La Cámara Argentina de la Industria del Juguete llamó a los padres a tomar recaudos ante los nuevos “spinners”, ya que el 95% de las unidades disponibles en el mercado fueron ingresados al país de una manera ilícita y los de fabricación nacional que son de fabricación casera en impresoras 3D o producidos en establecimientos que aún no cuentan con certificaciones de seguridad, según publica docsalud.
El doctor Matías Furió, presidente de la cámara, aconseja a las familias a prestar atención a importantes consejos de seguridad como “verificar que el producto cuente con su correspondiente identificación de juguete seguro con la etiqueta indicando la edad sugerida, nombre del fabricante o del importador”.
Como con cualquier objeto que se encuentre en contacto con niños y niñas, los progenitores deben tomar precauciones para que los spinners sean utilizados con seguridad por los chicos. Más aún si se toma en cuenta que casi la totalidad de las unidades que hoy circulan fueron ingresados al país “de contrabando”, según se expresa en un comunicado.
“Esto presenta una problemática grave cuando este tipo de productos que no están certificados están al contacto con los niños. Se han registrado casos de desprendimiento de piezas como rulemanes y bolitas que pueden dañar la vista”, informó el texto.
La entidad que nuclea a la industria juguetera agregó que en caso de los spinners con luces, “se pueden extraer las pilas fácilmente, las cuales resultan sumamente tóxicas si son ingeridas dado que podrían contener metales pesados y otras sustancias químicas como mercurio, cadmio, litio y plomo, entre otras”.
A su vez, informó que en unos veinte a treinta días van a estar ingresando legalmente, al país, los spinners y se estima que, para ese tiempo, estarán siendo comercializados los spinners de fabricación nacional con el correspondiente certificado de seguridad.
El dispositivo había sido inventado por Catherine A. Hettinger en la década de los noventa con fines terapéuticos para el tratamiento de autismo y para estimular la concentración ante problemas de falta de atención de los chicos. Asimismo, los fabricantes indican que es ideal para problemas de estrés, ansiedad e hiperactividad aunque muchos especialistas afirman que no existen evidencias científicas sobre los supuestos beneficios.
Paradójicamente, muchos educadores protestaron porque el juguete provoca en los alumnos sobreestimulación, ya que los chicos se distraen en clase. Incluso en algunos colegios de EEUU los prohibieron.
Pero además de problemas de atención, se registraron accidentes por el uso indebido. A modo de ejemplo, en Texas, una niña tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de urgencia debido a que se había alojado una de las partes del dispositivo en su esófago.