La crisis política en el Golfo Pérsico pone nuevamente en cuestión la sede en el emirato
Faltan cinco años y medio aún para Qatar 2022, pero a esta altura ya hay algo clarísimo: es probable que el Mundial se juegue allí, pero hasta llegar a él habrá un camino pleno de sacudidas y crisis. Y esta vez no es por sobornos presuntos o presión europea.
La noticia de que Arabia Saudita, Egipto, Yemen, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos rompieron relaciones diplomáticas con el gobierno de Doha es sólo el titular. Si se entra en detalles, la medida incluye el corte del único acceso por tierra al país y el bloqueo del espacio aéreo por parte de todos sus vecinos, que acusan al estado qatarí de proteger a organizaciones terroristas, entre ellas Estado Islámico (EI).