¿Por qué elegimos el autoengaño?
¿Existen la mentira y la verdad? ¿Hay una verdad única? ¿Elige nuestro cerebro las verdades que más se aproximan a sus creencias previas aun cuando éstas no estén del todo comprobadas? ¿Por qué las personas pueden hacer lecturas tan diametralmente opuestas de un mismo fenómeno social? ¿Cuándo las mentiras se vuelven patológicas?
Para debatir estos temas, e la ponencia “Mentime que me gusta: la post verdad de la Mente”, reunió al doctor en Biología e investigador del Conicet, el doctor Pedro Bekinschtein, al médico psiquiatra y director del Departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva, INECO, el doctor Marcelo Cetkovich, y al filósofo Darío Sztajnszrajber.
Esta iniciativa del el Simposio Teva Neurociencias, tuvo lugar en el marco del XXXII Congreso Argentino de Psiquiatría, organizado por la recientemente por Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) en Mar del Plata.
Para Bekinschtein, todos los seres humanos mentimos desde niños y el engaño siempre tiene un objetivo. ¿Pero qué sucede cuando a uno le mienten, cuáles son los mecanismos psicológicos por los que se cree una mentira? Según el investigador del Conicet, “somos mucho más receptivos a información que afirma una creencia propia y las aceptamos como verdades sin cuestionarlas lo suficiente, por lo que puede en ocasiones ser una manera de estar mintiéndose a sí mismo”.
“Como alimentamos las propias creencias, se producen estas ´grietas´ que nos llevan a preguntarnos cómo es posible que haya personas que piensen tan diferente sobre un mismo fenómeno. A veces es impresionante, tiene que ver con mecanismos psicológicos y fisiológicos que se alimentan”, Bekinschtein.
El biólogo sugirió que para mentir, “tenés que poder ponerte en el lugar del otro, saber que tu mentira va a funcionar, que el otro se la va a creer”. Y explicó que “se involucran regiones de la parte frontal del cerebro y otras relacionadas con la percepción de uno mismo” Por último, indicó que. “hay que tener algo de desinhibición para poder mentir, uno tiene que evitar decir la verdad, que sería lo más natural”.
La post verdad
Mentira y verdad son temas que la Filosofía aborda desde siempre. “Vivimos en una cultura que ha hecho un culto a ´la verdad´ adonde ésta se nos presenta como si fuese algo único”, sostuvo Sztajnszrajber, durante su ponencia denominada “Una farmacología de la verdad”.
Sin embargo, aclaró que “en los últimos siglos, la Filosofía va cuestionando la posibilidad de una verdad absoluta, para empezar a admitir que las verdades son provisorias y construidas por consensos públicos, y se empieza a hablar del término ‘post verdad’, adonde entran en juego situaciones de poder para la construcción de esas verdades”.
Para el filósofo, “la supuesta verdad como consenso está muy dirigida por los grupos de poder dominantes, adonde un actor pueden ser los medios de comunicación; se lo llama post verdad porque es todo lo contrario a la verdad, de verdadero no queda nada, solamente su cáscara, una verdad que todos sabemos que no es pero necesitamos que así sea”, señaló Sztajnszrajber.
Entonces, ¿las personas saben que consumen mentiras? Para el filósofo, las personas no saben lo saben. “Lo opuesto de la verdad puede ser la mentira, pero también puede ser el error o la apariencia. Lo que uno sabe y acepta es que algo no está debidamente comprobado. Sin embargo, lo necesita para autoafirmarse en su identidad y querer que algo sea como uno sueña que sea”.
La mentira en la psiquiatría
Esta disciplina dedicó gran parte de su trabajo a investigar una condición especial que es la falta de correspondencia con la realidad, las llamadas ideas delirantes. “En este caso, no son ‘mentiras’ estrictamente hablando, porque la persona no es consciente de que está diciendo algo que es falso, sino que tiene convicción de lo que está afirmando”, refirió el Cetkovich, quien también realizó su ponencia durante el Simposio de Mar del Plata.
Según indicó el psiquiatra, hay distintas vertientes de mentiras patológicas. “La principal tiene que ver con elementos alejados de la realidad en el discurso; en esta modalidad incurren los que llamamos ‘psicóticos’. Ahí el psiquiatra hace una pesquisa casi policial de las ideas delirantes”.
Por otro lado, están los psicópatas, “que buscan obtener un beneficio a través de la mentira, son sujetos sin empatía ni moral”
Pero hay otro aspecto dentro de la psiquiatría que involucra el concepto de mentira y tiene que ver con un movimiento antipsiquiátrico, a partir de ciertas investigaciones sociológicas, que pone en duda la existencia de los trastornos mentales. “Esto por supuesto es falso, son múltiples las evidencias de que los trastornos mentales existen y que hay personas que están enfermas y necesitan ayuda”, aseguró el Cetkovich.
Por otra parte, el concepto de mentira también entra en juego en la manera en que las enfermedades mentales son leídas por la sociedad, en la credibilidad de quienes padecen este tipo de trastornos.
“En términos generales, estas personas son objeto de rechazo y sufren un gran estigma. Lo primero que ocurre cuando una persona sufre depresión, por ejemplo, es que escucha este discurso de ‘dale, ponete las pilas, necesitás tomar sol, salir’. Se cree que lo que la persona sostiene no existe, que lo inventa su mente. Esto demuestra que no se le está creyendo que esté enfermo. Esto es muy grave porque la depresión es la principal causa de discapacidad. La persona es incomprendida, se genera mucho estigma, aislamiento y al sufrimiento del trastorno mental se agrega el sentimiento de soledad”, enfatizó el psiquiatra.
Si la mentira, tal como se afirma, es inherente principalmente al ser humano y está en el mundo desde el inicio mismo de éste, “es bueno en este punto tener entrenamiento en pensamiento científico, que de alguna manera ordena esta idea ‘de la verdad’, cuando la considera a partir de la evidencia, y ésta puede ir cambiando con el tiempo”, aseguró el Bekinschtein.
En la misma línea, sostiene el doctor en Biología que “entender los mecanismos que operan cuando uno se autoengaña, es muy importante, porque sabiendo que uno está predispuesto a ese tipo de mecanismo se puede tratar de luchar, estar más atento, como por ejemplo bancándome la información que me contradice, leyendo cosas que son contrarias a lo que creo”, agregó.