A un año del Mundial, Rusia está lista para el ensayo general
En Rusia dudan que la Copa Confederaciones, el ensayo general para el Mundial, pueda conseguir el éxito al que aspiran los organizadores.
A un año exacto del inicio del Mundial, Rusia parece tener todo bajo control para organizar el mayor acontecimiento futbolístico del planeta, aunque los propios rusos dudan que la Copa Confederaciones, el ensayo general para la gran cita, pueda conseguir el éxito al que aspiran los organizadores.
Los estadios lucen relucientes, los mejores equipos de cada contienente ya están alistados y la criticada selección rusa parece haber encontrado en los últimos meses un rendimiento que invita a un mayor optimismo. Sin embargo, el esceptisismo parece ganarle a las ilusiones.
"Por encima de todo, queremos que las cuatro ciudades vivan una fiesta", indicó Arkadi Dvorkovich, viceprimer ministro ruso, días antes del puntapié inicial del torneo, que se dará el sábado en San Petersburgo con el duelo entre los locales y Nueva Zelanda.
Junto con Moscú, Sochi y Kazán, la sede del partido inaugural ya se vistió de gala, con carteles, banderas y publicidades referidas al torneo.
Ningún detalle parece haber sido pasado por alto. A un año del inicio del Mundial, el 14 de junio de 2018, el jefe del Kremlin, Vladimir Putin, pretende mostrarle al mundo la capacidad organizativa de una potencia deportiva como Rusia: aficionados de todo el planeta son bienvenidos.
No obstante, una pregunta sobrevuela el ambiente. ¿Los hinchas realmente llegarán? El amistoso del viernes entre Rusia y Chile se jugó frente a gradas vacías, con unos 17.000 boletos vendidos. ¿Será el panorama con el que se encontrarán el campeón del mundo Alemania o el campeón de Europa Portugal? Por lo pronto, el comité local admitió en las últimas semanas que hay miles de entradas sin vender.
El esfuerzo de los organizadores por revertir esa tendencia ha sido importante, pero todavía los resultados no llegan a los niveles esperados. A pesar del programa "Rusia ama al fútbol", lanzado en abril de 2016, con publicidad en internet, la actividad no consigue convertirse aún en el deporte más popular en el país.
Y claro, está lejos de ser el fenómeno social que tiene lugar en algunos países de Europa y de Sudamérica. En la Liga rusa es muy raro que se dispute un partido con las tribunas completas de público.
Ese detalle es una preocupación a futuro, cuando se terminen la Copa del Mundo y quede la infraestructura. Para la construcción y remodelación de estadios, el Gobierno destinó más de 10.000 millones de dólares, aunque los expertos estiman que en realidad los costos duplicaron esa cifra.
La inversión gubernamental se trasladó también a la construcción de nuevas carreteras, instalaciones ferroviarias y campos deportivos. Sin embargo, hasta el más entusiasta de los informes se preguntó si el proyecto faraónico no sería demasiado ambicioso para un país afectado por una crisis económica que se trasladó a productos básicos.
Alexei Sorokin, jefe del comité organizador, intentó despejar las dudas. "Estamos convencidos de que esta inversión se habría incorporado de todos modos", afirmó al diario "Izvestia", donde ponderó obras que trascenderán al Mundial.
El funcionario destacó que se renovó la ruta hacia el aeropuerto de la ciudad de Saransk, que se construyó una nueva terminal en el aeropuerto de Rostov, que se inauguró un estadio en Kaliningrado, en una isla que permanecía en estado casi virgen. "Estos grandes eventos son un catalizador de estos procesos", consideró Sorokin.
Si bien no parece ser el caso de la Copa Confederaciones, los organizadores también aguardan una ola de turistas el próximo año. "Esperamos que para el Mundial vengan del extrajero a Rusia más de un millón de visitantes, incluyendo unos 100.000 chinos", explicó el jefe de turismo, Oleg Safonov, en una conferencia que brindó a principios de junio.
El Gobierno espera que se repita la experiencia de Sochi 2014, cuando los Juegos Olímpicos de Invierno motorizaron la industria de la región. A diferencia de aquella ocasión, en la que se focalizó en una zona, ahora son 11 ciudades y su región de influencia las que podrían beneficiarse.
Lo cierto es que no todas son buenas noticias. El aumento desorbitado de los costos y los escándalos que rodearon a la construcción de algunos estadios, en especial el Zenit Arena de San Petersburgo, salpicaron la preparación.
De acuerdo a lo que publicó el diario británico "The Guardian", la FIFA reconoció violaciones a los derechos humanos de trabajadores que participaron de la construcción del estadio de San Petersburgo, después de un lapidario informe de la revista noruega "Josimar" sobre las condiciones laborales de los obreros que participaban de la obra. Según los reportes, trabajadores norcoreanos dormían hacinados en contenedores, bajo temperaturas extremas. Además, sus pasaportes habían sido confiscados.
Vitali Mutko, hombre fuerte de la organización y viceprimer ministro ruso, atribuyó los informes a campañas de difamación antes de la disputa del certamen.
Lo concreto es que el estadio en el que el sábado se abrirá el certamen y en el que se disputará la final el 2 de julio costó, de acuerdo a los expertos, cuatro veces más que los 220 millones de dólares que estaba estipulado cuando comenzó a construirse en 2007. Y muchos desconfían del estado del césped cuando el balón comience a rodar el sábado.
"El césped está listo. Muestra una excelente dinámica y es agradable a la vista", intentó zanjar Sorokin. El sábado, al menos por tres semanas, se acabará la polémica.