García Belsunce: dos amigos afirmaron que John Hurtig siempre dudó del accidente
Se trata de tres testigos que declararon hoy ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de San Isidro en el juicio por el encubrimiento del crimen de la socióloga y fueron convocados por el abogado Marcelo Riguera, defensor de Hurtig, con la intención de dejar en claro que las dudas del ahora imputado fueron las que motorizaron la investigación.
Javier Niklison, quien explicó que trabajaba con Hurtig en la venta de seguros desde 1984, contó que al enterarse de la muerte de la hermanastra de John, fueron junto a una compañera de trabajo al velorio el lunes 28 de octubre a la casa del country Carmel.
"Yo esperaba encontrarme con una persona dolida por la muerte de un familiar, pero tenía énfasis tanto en el dolor como en la duda. Nos dijo que estaba un poco contrariado porque había algunas cosas de esto que no le terminaban de cerrar", dijo Niklison.
Al detallar cuál era la duda, Niklison contó: "Juan me comentó que había sido un accidente en la bañadera pero que a él le parecía raro que se patine si tenía las zapatillas puestas".
El vendedor de seguros luego señaló que el propio Hurtig les dijo que esas dudas se las había trasmitido a sus familiares y que su hermanastro Horacio García Belsunce le había dicho que se quedara tranquilo porque alguien de la Justicia iba a venir.
Niklison recordó la llegada al velorio de dos hombres con "pilotos largos" que "entraron y subieron las escaleras con cierta autoridad" y que después supo por comentarios de John que eran el fiscal Diego Molina Pico y el comisario Aníbal Degastaldi.
Luego contó ante los jueces María Elena Márquez, Alberto Ortolani y Ariel Introzzi Truglia, lo impactante y emotivo que fue el momento en el que John se enteraba del resultado de la autopsia y por lo tanto de que a su hermana la habían asesinado a balazos.
"Ibamos a una reunión en San Antonio de Areco en su auto y lo llaman por teléfono. Veo que se altera mucho y parecía que le había pasado algo a una hija" contó Niklison y relató que escuchó gritar a Hurtig: "¡No puede ser! ¿Cómo puede ser? ¡Tiene cinco tiros en la cabeza! ¡Si yo la tuve en mis brazos y no me di cuenta!".
Por último, el testigo dijo que ya conocido el resultado de la autopsia, John se obsesionó con la causa judicial y que llevaba consigo el expediente a cuestas y solía leérselos.
"Estaba obsesionado. A medida que recibía información, la iba compartiendo. No podía parar. Era una máquina. Nosotros decíamos `a este pibe le va a dar un bobazo`. El decía: `Yo no voy a parar hasta saber qué le pasó a mi hermana`", recordó.
El otro testigo que habló de las dudas de John fue Pablo Bilbao, amigo desde los 14 años, compañero de rugby y además odontólogo.
Señaló que se enteró de la muerte de María Marta de boca del propio John cuando éste fue a su clínica odontológica para pedirle que le coloque un diente que se le había caído porque el otro día debía irse a un viaje laboral a España.
"Vino con la cara desencajada y me dijo `falleció mi hermana, tuvo un accidente en el baño, se golpeó con las canillas pero no me cierra porque estaba con las zapatillas puestas`", relató.
El odontólogo afirmó que de regreso del viaje, Hurtig lo invitó a su casa y allí tuvieron otra charla en la que le volvió a manifestar las dudas porque "no le cerraba lo de las zapatillas".
Bilbao dijo que John "siempre exteriorizaba abiertamente sus dudas" y luego recordó que cuando se supo el resultado de la autopsia, su amigo le dijo: "Viste que yo tenía la duda".
El tercer amigo en declarar fue Naldo Dasso, un abogado civilista que cumplió un rol clave el día en que el propio Hurtig encontró en el pozo ciego de la casa de Carmel la "bala-pituto" calibre .32 que él mismo había arrojado por el inodoro.
Es que Dasso contó hoy ante los jueces que el día de esa diligencia, 19 de diciembre de 2002, Fernando Aragón, un amigo en común, lo llamó para contarle que John había encontrado ese pedazo de metal "buscando entre los desechos humanos" y que su participación no estaba reflejada en el acta.
"Mi sugerencia fue que le pidan al fiscal que incluya la participación de Juan y si aceptaban que firmaran el acta y si no, que no la firmaran y que yo iba a conseguir a un penalista matriculado en la provincia", relató.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes a las 10, cuando está previsto, si el tribunal los localiza, que declaren los cuatro policías que aquel 27 de octubre de 2002 estaban asignados a los patrulleros que podrían haber concurrido al country Carmel de Pilar ante una muerte violenta para saber, tal como cree la fiscalía, que recibieron la orden de retirarse.