8 de septiembre: hablemos de fibrósis quística
Es una enfermedad genética, que implica una discapacidad visceral permanente y progresiva. Actualmente no tiene tratamiento.
La fibrosis quística es una enfermedad genética, que implica una discapacidad visceral permanente y progresiva. Altera el normal funcionamiento de las glándulas de secreción externa (sudor, enzimas pancreáticas, secreciones respiratorias, etc.), causando daño a distintos órganos del cuerpo, como aparato respiratorio, páncreas, hígado, y también el aparato reproductor.
Se trata de una dolencia hereditaria recesiva, que requiere que ambos padres transmitan el gen de la FQ para que su hijo sea afectado. No es contagiosa ni afecta la capacidad intelectual.
Los tratamientos
No existe cura hasta el momento, aunque hay evidencia científica que con las nuevas terapias se tiende a detener el avance de la enfermedad, por ahora, para determinados tipos de genes. Por lo demás, lo único que existe actualmente es la prevención, con un tratamiento que se inicia apenas se tiene el diagnóstico y durante toda la vida. El mismo se basa en tres pilares fundamentales para la FQ: recibir antibióticos de acuerdo a las indicaciones médicas precisas, kinesioterapia respiratoria diaria y mantener una buena nutrición.
Cómo se realiza el diagnóstico
Por medio de una “Pesquisa Neonatal”, a través de una gota de sangre extraída del talón del neonato en búsqueda de una sustancia –denominada Tripsina- que en la FQ se encuentra elevada en sangre. Este método se llama TIR, y en nuestro país la ley 24.438 (sancionada en 1994) lo incorpora en los programas de pesquisa a nivel nacional y establece su obligatoriedad. Cuando la primera prueba resulta elevada, se realiza una segunda TIR dentro de los 25 días de vida; si ambas son positivas, se le indicará al paciente hacer el análisis del “test del sudor” para confirmar o no la patología.
Puede suceder que si en la Pesquisa Neonatal no se ha detectado la enfermedad y más tarde determinados síntomas aparecen como frecuentes en la primera infancia.
Cuáles son los síntomas
Sudor excesivamente salado, retardo en el crecimiento, dificultad para subir de peso, pérdida de grasa en deposiciones abundantes, prolapso rectal, infecciones respiratorias, neumonía y tos crónica.