Cuándo el estrés se torna peligroso para la salud

xiste un tipo de estrés que es positivo y es el que permite adaptarse a los desafíos y demandas cotidianos. Pero existe un punto en que puede tornarse perjudicial. Cómo darse cuenta cuándo hay que actuar para remediarlo

estres

El estrés es un conjunto de reacciones del cuerpo frente a desafíos o demandas. Se trata de un proceso natural que responde a nuestra necesidad de adaptarnos al entorno. Al contrario de lo que muchos creen, existe un tipo de estrés que es positivo y se produce en pequeños episodios, como por ejemplo cuando ayuda a ponerse en alerta y evitar determinado peligro o a cumplir con una fecha límite. Sin embargo, se vuelve perjudicial para la salud cuando es muy intenso o se incrementa a lo largo del tiempo.

Según un estudio publicado por The American Journal of Cardiology, las personas con un alto nivel de estrés tienen un 27% más de riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Esto indica que el estrés es claramente un factor de riesgo más a controlar, al igual que la hipertensión arterial y el colesterol elevado. Por lo tanto, es sumamente importante prestarle atención ya que puede afectar nuestra salud si se instala en nuestra vida cotidiana.

Hombres y mujeres son vulnerables a sufrir estrés, aunque ambos lo experimentan de distintos modos. Estudios médicos confirmaron que el estrés no afecta a todos de la misma manera y que mientras las mujeres son más propensas que los hombres a mostrar síntomas de dificultad cardíaca luego de situaciones estresantes y sobresaltos emocionales.

Romper con la pareja, perder un familiar o una fuerte discusión pueden desencadenar en lo que se conoce como el "síndrome del corazón roto", donde las principales afectadas suelen ser las mujeres post-menopáusicas, de entre 55 y 75 años.

El doctor Alejandro Deviggiano es el coordinador del Departamento de Estudios Cardiovasculares no Invasivos de Diagnóstico Maipú y detalló los síntomas más comunes que suele causar el estrés, que pueden ser físicos y emocionales.

"En algunos casos, es posible que uno no se dé cuenta de que esos síntomas son ocasionados por el estrés", aseguró, y enumeró algunos de los signos más frecuentes: emociones (depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo), pensamientos (excesivo temor al fracaso, excesiva autocrítica, olvidos, dificultad para concentrarse), conductas (trato brusco hacia los demás, incremento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas), cambios físicos (tensión muscular, manos frías o sudorosas, insomnio, dolores de cabeza, indigestión).

Asimismo, los especialistas hacen hincapié en el hecho de que "es importante tener en cuenta que el estrés constante puede tensionar el corazón de varias maneras; incrementando los valores de colesterol y los triglicéridos en la sangre y aumentando la presión arterial". Además, el estrés extremo puede hacer que el corazón palpite fuera de ritmo.

En ese sentido, conocer los distintos tipos de estrés es necesario para saber cuándo hay que actuar para remediarlo:

-El estrés agudo: se trata de la forma de estrés más común. Surge de las exigencias que nos imponemos nosotros mismos o los demás. Ocurre en períodos cortos debido por lo general a una causa pasajera, como un viaje, un examen o un cambio de trabajo. En pequeñas dosis puede ser positivo pero en dosis más elevadas puede afectar nuestra salud provocando dolores musculares, problemas estomacales e intestinales, sobreexitación pasajera, dolores de cabeza y agotamiento.

-El estrés crónico: es el tipo de estrés más agotador y desgastante. Tiene lugar cuando uno no encuentra salida a un problema o situación que lo deprime. Es producto, por ejemplo, de un trabajo o carrera no deseada, problemas de dinero o un matrimonio infeliz. A diferencia del estrés agudo, éste se presenta una y otra vez de forma repetida a lo largo del tiempo. Produce desgaste físico y psicológico, que puede desencadenar en depresión, crisis nerviosa e incluso un ataque cardíaco.

"Hacerle frente al estrés nos permitirá llevar una mejor calidad de vida", aseguró Deviggiano, y destacó que "además de comer sano, dormir bien y hacer ejercicio, es recomendable considerar las siguientes técnicas":

-Reconocer y aceptar las cosas que no se pueden cambiar, dejarlas ir. Por ejemplo, no se puede cambiar el hecho de tener que manejar durante la hora pico, pero se pueden buscar maneras de relajarse en el trayecto, como escuchar la música preferida o un audiolibro.

-Cambiar la perspectiva. Intentar desarrollar una actitud más positiva frente a los desafíos. Siempre se puede ver el "vaso medio lleno".

-Aprender maneras de relajarse. Ayuda a disminuir el ritmo cardíaco y reducir la presión sanguínea. Existen muchas maneras, desde respiraciones profundas y meditación hasta yoga.

-Conectarse con los seres queridos. No dejar que el estrés se interponga en la vida social. Pasar tiempo con familiares y amigos puede ayudar a sentirse mejor. Confiar los problemas con un amigo también puede ayudar a resolverlos.

-Aprender a decir que no. Si el estrés se origina por realizar demasiadas tareas en casa o en el trabajo, establecer límites es fundamental para equilibrarse.