“Tenemos que devolverle al chico la confianza que perdió”

María Zysman, presidenta de la ONG Libres de Bullying, analizó por LT10 el caso de la nena de 9 años que quiso matarse por el acoso de sus compañeros.

Bullying

“Se puede prevenir (el bullying) pero es muy difícil desarmar todo lo que está detrás. Hay chicos que hostigan, chicos que son víctimas, otros que miran, hay docentes que no intervienen, hay padres que a veces educan en ciertos valores y otras veces no. Estamos en una época y una sociedad donde a los niños se les exige que sean exitosos, delgados. Todo esto complica el escenario pero esto se puede prevenir”.

Así lo manifestó María Zysman, presidenta de la ONG Libres de Bullyin, al analizar por El Cuarto Poder el caso de la niña de 9 años que intentó matarse, cansada del acoso de sus compañeros de aula en una escuela de barrio Pompeya.

Tiene 9 años e intentó suicidarse porque ya no soportaba el bullying en su escuela

Para la especialista, este tipo de situaciones “no pueden seguir pasando, es duro para una familia ver que su hija llegó a ese nivel de sufrimiento”, apuntó.

 

El rol docente

Zisman apuntó al papel de los maestros dentro del aula como primeros eslabones para detectar el acoso: “cuando hay un vínculo del docente con el alumno, el docente percibe el estado emocional de los chicos. Ese vínculo es el que privilegia la necesidad de intervención”, opinó.

Sin embargo, también advirtió que, a veces, las intervenciones docentes “son erradas” y complican aún más la situación. Citó por ejemplo la decisión del docente de cofrontar entre uno y otro, tratar de mediar cuando ya hay un caso de maltrato, o hablar del tema cuando el acosador no está presente.

 

Confianza

“Tenemos que devolverle al chico la confianza que perdió, y eso será posible si lo escuchamos y lo acompañamos, si generamos un aula en la cual los chicos espectadores o testigos se den cuenta de que en algún momento depende de ellos apoyar al castigado y dejar de reírse, aplaudir, dejar de hacer de público”, expresó.

Zisman consideró que la solución no pasa por cambiar al niño agredido de aula o escuela, pero aclaró que, si dentro del establecimiento no hay cambios posibles, esa es la única salida.

“A un chico que vive 8 horas diarias angustiado, soportando las agresiones y sintiéndose nadie, si la escuela no tiene recursos para cambiar esto, yo lo cambio, porque a ese chico hay que devolverle otra imagen de sí mismo, otra forma de vincularse. Debería ser el último camino”.

 

Audio: María Zysman

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