Ver en vaso medio lleno o medio vacío puede tener más consecuencias en nuestra vida de lo que pensamos. Además de moldear el modo en el que enfrentamos lo que nos sucede, puede afectar también cómo nos sentimos físicamente.

Una investigación realizada por Ed Diener y Micaela Chan de las Universidades de Illinois y Texas, en Estados Unidos demostró que las personas optimistas viven más tiempo que las pesimistas.

Esto tiene una explicación. Los estados de ánimo positivos mejoran las funciones inmunológicas, favorecen la recuperación cardíaca después de un esfuerzo, aceleran los procesos de cicatrización. Pero además, previenen el desarrollo de trastornos de la alimentación, los niveles altos de colesterol, el estrés, la depresión y los trastornos de sueño.

Por otro lado, las personas pesimistas dañan su salud al llegar su mente de pensamientos negativos como la autocompasión y victimización. Esto hace que sean más propensos a contraer enfermedades porque debilita su sistema inmunológico.

Otro punto interesante del estudio es que las personas negativas perciben más situaciones como dañinas y esto debilita su psiquis, y por consiguiente, su organismo.