Arancedo y el día del amigo
En su Mensaje del Arzobispo, José María Arancedo se refirió a la celebración del día del amigo y su significado en estos términos
El próximo 20 de Julio celebramos el Día del Amigo. Considero oportuna esta fecha para reflexionar sobre una realidad que hace a nuestra condición de seres espirituales, y a esa relación única y personal que es la amistad. Sólo el hombre puede tener amigos. Estamos ante un hecho que trasciende lo instintivo, la tendencia gregaria, como también, esa pertenencia ocasional a un espacio sectorial.
El amigo presenta algunas notas que lo distinguen y hacen único en nuestra vida. El Amigo nace de un acto libre, crea un ámbito de comunión personal y despierta un compromiso. Creo que estas notas no pueden ayudar a reflexionar y a cuidar esa persona que si la hemos encontrado es el mejor tesoro, nos dicen las Sagradas Escrituras.
Nace de un acto libre, al amigo se lo elige no se impone. Es un signo de mi libertad. Como acto del hombre, en el que interviene la inteligencia y la voluntad, la libertad discierne y se mueve hacia aquello que valora y termina eligiendo. A mayor nivel de libertad, es decir, cuando a la capacidad de discernimiento se le agrega la presencia de valores que la orientan, la elección del amigo engendra una sólida amistad.
Es cierto que es un bien para mí, sin embargo, esta elección no se mueve en un plano egoísta. Hay personas que buscan no tanto un amigo sino el gozo de una compañía, el amigo es alguien que nos acompaña pero debemos asumir y, tal vez, cuidar.
El amigo nos introduce en un ámbito de comunión e intimidad. Siempre recuerdo la razón que da Jesús cuando llama amigos a sus discípulos: “No los llamo servidores, dice, porque el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre” (Jn. 15, 15). Aquella elección que fue un acto de libertad, se completa en una relación que se mueve en el ámbito del amor y la confianza.
Este abrir el corazón espera del amigo que guarde lo que le he comunicado. Es una intimidad que no debe confundirse con complicidad. La primera se mueve en el mundo de la verdad y el bien del amigo; la segunda, en cambio, se mueve por intereses, busca adhesión, incluso instrumenta al amigo para un fin.
Finalmente, el amigo crea un compromiso que determina una actitud en nuestra vida. El amigo no es lo pasajero o circunstancial, es lo valioso, lo estable. Estamos acostumbrados a utilizar el “zaping”; el amigo pertenece a otro nivel de relación. Hay personas que se lamentan de no tener amigos, tal vez deberían preguntarse si están dispuestos a asumir la presencia del amigo con su palabra y sus silencios.
Es difícil alcanzar un compromiso cuando no ha habido al comienzo un acto libre y no se ha vivido un clima de comunión. Agradezcamos la presencia del amigo, pero sepamos cuidar esta relación porque pertenece al mundo único de lo personal y valioso.
Elevando una oración por los amigos que ya no están pero que han dejado una huella imborrable en nuestras vidas, y agradeciendo la presencia de quienes hoy caminan junto a nosotros, les hago llegar junto a mis oraciones mi bendición en el Señor Jesús, que nos llama y considera sus “amigos”.