Por qué un año humano no equivale a siete en un perro
Una revista científica planteó una ecuación que acaba con el viejo imaginario colectivo.
La ecuación "un año humano es igual a siete años en un perro" es incorrecta. Los perros envejecen a diferentes velocidades en comparación con los humanos, eso no entra en discusión, pero la regla anterior es un mito. El dato surge de un informe que elaboró la revista Science Alert por el Día del Animal en el que explicó por qué.
Para dar de baja una idea tan arraigada en el imaginario colectivo, en 2014 Business Insider armó la siguiente fórmula: "Si los humanos realmente envejecieran siete veces más despacio que los perros, muchos de nosotros podríamos reproducirnos a los siete años y vivir hasta los 150 años. Y, obviamente, no es el caso".
De hecho, ni siquiera la persona más longeva de la historia alcanzó esa edad. La francesa Jeanne Louise Calment llegó los 122 años de vida. Falleció en 1997 y tiene el récord hasta hoy. Por lo que la ecuación con los humanos resulta difícil de sostener, al menos desde la edad reproductiva y la longevidad.
Los perros alcanzan la madurez sexual completa al año porque envejecen más rápido que los humanos durante los primeros dos años de vida. Pero esta afirmación "general -dice la publicación- también es relativa ya que las razas más pequeñas tienden a madurar con mayor rapidez que las razas más grandes".
En comparación con los humanos, los perros envejecen más lentamente hacia el final. Entonces, aseguran, calcular la edad de un perro en relación con la humana es "un poco complicado, pero posible".
Partiendo de lo anterior -que las razas pequeñas tienden a vivir más tiempo que las razas más grandes- afirman que hay que calcular la edad de un perro según la categoría correcta: pequeño (9,5 kg o menos), mediano (9,6 kg a 22 kg), grande (23 kg a 40 kg) o gigante (más de 41 kg). Y esta es la tabla para hacerlo:
Otra cosa que se desconoce es el origen del mito de los siete años perrunos. Pero el intento de calcularlos de esa manera viene del siglo XIII. Uno de los primeros acercamientos a la ecuación data de una inscripción en la Abadía de Westminster, Londres, Inglaterra, del año 1268 y que calcula que un año humano equivale a nueve años (no siete) de un perro.
Pero otros investigadores, como el veterinario William Fortney, de Kansas, Estados Unidos, a The Wall Street Yournal, la equivalencia de los siete años pudo haber nacido como "una estrategia de marketing de los veterinarios", que, de alguna manera, creyeron que así animarían a los dueños a llevar a sus mascotas una vez al año a una consulta.