Por qué los amigos hacen bien a la salud
Desempeñan un papel muy importante en el sistema inmunológico. Enterate el motivo científico.
La mayoría de las personas lo sospecha íntimamente: la gripe y el resfrío no llegan solo cuando se está viviendo una etapa de estrés o después de atravesarla. El estrés crónico ataca el sistema inmunológico y se genera por distintas situaciones, una de las cuales tiene que ver con una vida social escasa. Y es que los amigos y la familia desempeñan un papel muy importante en el sistema inmunológico. Nos protegen de sobrecargas enfermantes y debilitantes y nos ayudan también a sanar. Son nuestra ancla.
Para muchos médicos, un buen entorno social es un elixir para la vida. El psiconeuroinmunólogo Christian Schubert de la clínica universitaria de Innsbuck, en Austria, investiga desde hace años sobre los intercambios entre psiquis y sistema inmunológico. La inmunología clásica fue escéptica durante mucho tiempo. “Sin embargo, hoy en día manejamos datos duros que ya no se pueden ignorar”, explica.
El sistema inmunológico es condicionable. En el laboratorio se pueden observar bajo ciertas condiciones modificaciones hasta el núcleo celular del material genético. Y no son sólo las cargas psíquicas de corto plazo las que dan problemas. También lo son las crónicas, como una larga soledad. El entorno social nos brinda cercanía, apoyo, confianza y un sentido de pertenencia. Si no contamos con esto, solemos sentirnos solos y amargados, lo que puede a su vez resultar en un estrés crónico que hace que las cargas externas se hagan aún más pesadas. En el peor de los casos enfermamos no sólo psíquicamente, sino también físicamente.
Esto no quiere decir que haya que agenciarse un ejército de amigos y conocidos. El tamaño del círculo social tiene poca correlación con el grado de bienestar de una persona, sostiene el profesor Thomas Fydrich de la Universidad Humboldt de Berlín. “La soledad no es algo objetivo”, explica. Hay parejas que se sienten bien teniéndose el uno al otro. Y hay personas solteras que se sienten perfectamente así. El problema es que cuando uno se siente mal estando solo: en ese caso aumenta el riesgo de enfermarse.
¿De qué enferma cada uno? “Es una pregunta muy interesante a la que no hay aún una respuesta concreta”, precisa Schubert. Lo que está claro es que intervienen varios factores, los genéticos, la estructura de la personalidad y el ambiente social. Bajo determinadas circunstancias, uno se pesca un virus, otro desarrolla una alergia o una inflamación. Las personas que sufren de depresión tienen también un sistema inmunológico debilitado.
Por otra parte, una vida social animada tampoco es garantía de una salud psíquica y física perfecta. El sistema inmunológico es muy complejo y frágil. Además de la psiquis y la vida social influyen también en él el sueño, el movimiento y un estilo de vida sano.
Pero, ¡atención! La vida social puede convertirse también en un factor de riesgo, sobre todo cuando no se sabe decir “no” y se está en permanente contacto con los demás, apunta Fydrich. En esos casos aparece lo que se llama “estrés social”, que tampoco es sano.
En resumen: un entorno social compuesto por más de una persona puede ser una ventaja, ya que si esa persona enferma, muere o uno simplemente se separa, hay una red mayor para seguir adelante.
Si se vive retirado o lo más importante para uno es la propia pareja, Fydrich recomienda: “Vaya a clubes, emprenda actividades que involucren a otras personas”.
No hay que hacer nada fuera de lo común. Juntarse una vez al mes a jugar a las cartas con otros puede ser suficiente; y esto aumenta las posibilidades de contar con una red de contención en casos de crisis.