Cómo afrontar las desigualdades en el mercado de trabajo

Nora Goren, especialista en temas vinculados a la relación entre trabajo, género y política pública disertó en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL (FCE-UNL), en donde indicó “que los puestos de trabajo tiene sexo”.

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El trabajo, visible e invisible, el que se contabiliza en las cuentas nacionales y el que no, es central en nuestras sociedades. Así, el trabajo remunerado, es un derecho civil básico, el cual no es solamente un medio para conseguir un ingreso, sino que posibilita, además, la inserción en redes de relaciones que permiten acceder a otros derechos, obligaciones y a relaciones sociales más amplias.

Esta es la centralidad del trabajo, y comprender los lugares en que mujeres y varones se arrogan en la sociedad en general y en el mercado de trabajo en particular, reflexionar sobre la forma de inserción laboral de mujeres y varones, sus condicionantes y alternativas fue el objetivo de la conferencia titulada: "Desigualdades de género en el trabajo. Una aproximación a sus marcos interpretativos", a cargo de Nora Goren, doctora por la Universidad de Buenos Aires (UBA), profesora de la UNPAZ, UNAJ y UBA y especialista en temas vinculados a la relación entre trabajo, género y política pública.

“Antes que nada -aclaró Goren- hay que comprender que el mercado de trabajo no es un espacio neutro en ninguna de las dimensiones que lo componen. Las relaciones sociales entre los sexos son centrales para comprender la división sexual del trabajo y las iniquidades que allí se expresan. Es una clave fundamental para entender la organización social del trabajo y las características que asume la oferta, las políticas de contratación, los sistemas organizativos dentro de las unidades laborales, las modalidades y montos salariales y la distribución de las tareas que hacen a la sustentabilidad de las personas.”

Las desigualdades

“El mercado de trabajo está estructurado de manera tal que demanda para ciertos puestos y ciertos cargos a mujeres y demanda para ciertos puestos y ciertos cargos a varones. Y no es que las mujeres no se ofertan a ellos. Hay un supuesto muy instalado –basado en la teoría neoclásica-, que las mujeres no tienen la capacidad –teoría del capital humano- para ocuparlo, más allá que todos los datos derriban esos supuestos. Esto hace que cuando se piensa en un sujeto para ocupar un determinado cargo, se piensa en un sujeto con un sexo determinado”, enfatizó Goren.

“Por ejemplo, observemos nuestras Universidades, cuántos rectores y rectoras hay, en su mayoría son varones; cuando miramos quienes son titulares de cátedra, vemos que en su mayoría son varones; las mujeres -por lo general-, son adjuntas, jefes de trabajos prácticos, ayudantes. Asimismo, por ejemplo, en el Senado de la Nación vemos que las comisiones vinculadas a temas sociales están ocupadas por mujeres y las vinculadas a lo económico por varones”, aclaró.

“El rostro de mujer, la corporalidad femenina, están asociadas a una jerarquía menor y, a una valorización menor que el que se le asigna a la masculino. En ese sentido, decimos que los puestos de trabajo tienen sexo y que cuando se corresponde con lo femenino, el sueldo es menor o se baja el sueldo. Un ejemplo muy claro es el de la medicina. Cuando la medicina se feminizó los salarios bajaron, por el solo hecho que sean ocupados por mujeres”, sentenció.

¿Cómo salir del atolladero?

Ante el interrogante sobre cuáles son los condicionantes y las alternativas sobre las formas de inserción laboral de las mujeres, Goren, sostuvo: “la cuestión más básica planteada por el feminismo, y por la categoría sexo-género, es dejar de naturalizar la asignación de roles a lo femenino y a lo masculino, valorando aquellas cualificaciones femeninas de la misma manera que las cualificaciones masculinas. Como así también, dejar de ver a los cuerpo de las mujeres como el de un sujeto que va a tener hijos/as, dedicarse cuidar y hacerse cargo de la reproducción, cuando eso debería ser una actividad que se realice en corresponsabilidad con el varón o persona conviviente”. Entonces, de esa manera podemos pensar en una restructuración del mercado de trabajo, y de la distribución de las tareas reproductivas”.

“Es importante poder modificar la estructura al interior de las organizaciones, y al mismo tiempo, valorar los trabajos que realizan las mujeres de la misma manera que se valora a los trabajos masculinos”, prosiguió.

Abrir brechas a la equidad

Ahora bien, ¿por qué se dan esta situación de desigualdad? “Porque vivimos en un sistema capitalista que necesita que las mujeres dispongan de más tiempo para garantizar la sustentabilidad de la vida, porque son quienes garantizan la reproducción de la sociedad y por lo tanto precisan que no se inserten tiempo completo en el mercado de trabajo, ni sitúen en él sus expectativas de crecimiento. Si nosotras pensamos en una sociedad con mayor corresponsabilidad y con mayor responsabilidad del Estado, podríamos también pensar en que el mercado de trabajo no considera a la mujer como una trabajadora secundaria”, manifestó Goren.

En este sentido, “son fundamentales los aportes de los estudios feministas y los estudios de género para poder mostrar cómo esta diferencia entre varones y mujeres, se expresa en desigualdad y la desigualdad implica una situación de poder y autoridad de unos sobre otras, en donde quienes tienen el poder, el varón -porque es valorado socialmente de manera diferente a todos los atributos femeninos, construidos socialmente-, ejerce poder sobre lo femenino. El objetivo es abrir brechas y modificar esta situación de poder y autoridad”, concluyó Goren.

Organizaron la actividad: 

- Cátedra Abierta Perspectiva de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación (Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología - UNL)

- Cátedra Introducción a la Perspectiva de Género en las Ciencias Económicas y Sociales (FCE-UNL)

-Cátedra Economía Laboral (FCE-UNL)

-Secretaría de Investigación y Formación de Recursos Humanos (FCE-UNL)