Más de cuatro salidas al mes pueden provocar sordera
Lo mismo ocurre con el uso frecuente de auriculares, según advirtió un informe de la OMS.
La frecuente exposición al ruido de turbinas eólicas, conciertos, fiestas y tráfico de vehículos puede derivar en sordera y provocar tanto daños físicos como mentales a las personas, de acuerdo a un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dos grupos independientes de especialistas en ruido ambiental calificaron como “crítica” la relación entre el ruido y el desarrollo de padecimientos cardiovasculares, problemas de sueño y discapacidades cognitiva y auditiva, especialmente en niños.
Destacaron, por ejemplo, que una exposición al tráfico vehicular con decibeles de 59.3 aumenta un 5 por ciento el riesgo de arterioesclerosis. También estiman que el ruido puede propiciar hasta un mes de retraso en la capacidad de lectura y comprensión en niños, mientras que una exposición al ruido más allá de 80 decibeles durante 40 años de trabajo, con semanas laborales de 40 horas, puede derivar en discapacidad auditiva permanente.
Además, los especialistas concluyen como riesgo “importante” la relación del ruido con la calidad de vida, la salud mental y el desarrollo de enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes tipo 2, según consignó Scidev.Net.
Si bien los ruidos que generan estas complicaciones son similares en toda la población, cada segmento etario tiene sus particularidades. En el caso de los jóveves, destacaron que la alta exposición a fiestas con música a todo volumen (más de cuatro al mes), puede provocar importantes daños en el organismo, aumentando los daños de hipoacusia.
Lo mismo puede ocurrir si se pasan más de cuatro horas por semana o usan más de cinco años auriculares personales. De hecho, especialistas de la Universidad de Guadalajara (UdG) reportaron que en los últimos 10 años ha habido un aumento de jóvenes con hipoacusia debido, en buena medida, al uso excesivo de auriculares (entre 50 y 98 decibeles) y su recurrencia a bares y discotecas con niveles que pueden superar los 100 decibeles, comparable con el ruido de fábricas y aeropuertos.