Dejar de ejercitarse en verano podría no ser una buena idea
Los efectos de dejar de lado la actividad física por completo pueden perdurar en el tiempo.
Cuando se acercan las vacaciones uno deja de entrenar por el cansancio que arrastra de todo el año y menos aún se dedica a ejercitarse durante las vacaciones. Por más que se trate de un parate temporal, estarse algunas semanas con un estilo de vida sedentario puede tener consecuencias muy negativas para el organismo. Los efectos de esto pueden persistir incluso cuando se arranca con la actividad física de vuelta.
Un equipo de la Universidad de Liverpool en colaboración con otras instituciones decidió ver el efecto de dejar de hacer actividad física solamente por dos semanas. Seleccionaron a personas que eran activas (que hacían unos 10 mil pasos por día en promedio ) y metabólicamente sanas.
Les pidieron que se sentaran por tres horas y media cada día y redujeran sus pasos diarios a 2 mil. Tras dos semanas se les hicieron análisis par medir el metabolismo de los participantes y su composición corporal. Luego, se les pidió que volvieran a su rutina original y a las dos semanas se repitieron las pruebas.
Los participantes desarrollaron un “trastorno metabólico” durante las dos semanas que no hicieron ejercicio. Su sensibilidad a la insulina se redujo a la par que se elevó el nivel de azúcar en sangre, perdieron masa muscular y los perfiles de colesterol empeoraron. Pasado un tiempo de haber regresado a sus costumbres los trastornos desaparecieron.
Otro estudio publicado en julio en el diario científico The Journals of Gerontology no solo obtuvo resultados coincidentes, sino que eran incluso peores.
En ese caso se estudió a personas mayores de 65 años que tenían chances importantes de desarrollar diabetes porque sus niveles de glucosa eran elevados. No obstante, eran activos (hacían entre 7 y 8 mil pasos por día) y tenían un buen estado de salud. Para la investigación, estuvieron dos semanas con un estilo de vida sedentario y disminuyeron la cantidad de pasos diaria a mil para luego volver a la rutina original.
Del mismo modo que con el estudio de la Universidad de Liverpool, las personas presentaron niveles de glucosa en sangre más elevados y también tenían una mayor resistencia a la insulina. Incluso algunos de los participantes tuvieron que ser excluidos del estudio porque en el tiempo que estuvieron sin hacer ejercicio desarrollaron diabetes tipo 2.
En algunos casos, más de dos semanas después de haber vuelto a los niveles de ejercicio habituales en la persona aún no habían desaparecido todos los cambios metabólicos que generó la falta de actividad.
En resumen, dejar de tener una vida activa aunque sea por períodos cortos de tiempo puede traer consecuencias para el metabolismo que pueden tener un impacto en el tiempo incluso después de restablecer el entrenamiento. Por ello, lo mejor es que durante las vacaciones trates en lo posible de no dejar de moverte.