En la madrugada del jueves, una nena de 9 años oriunda de Reconquista cayó desde el cuarto piso del Hotel Castelar -aproximadamente 18 metros-, sufriendo fracturas expuestas en sus piernas, y quebradura de pelvis y sacro. La menor fue intervenida quirúrgicamente y en estos momentos se encuentra en la terapia intensiva del Hospital de Niños.

La fiscal que investiga el hecho, Rosana Peresín, consideró a través de LT10 que, al menos por ahora, no hay ningún indicio de un hecho delictivo, tampoco de un intento de suicidio ni de un accidente entre chicos. La principal hipótesis apunta a que la niña transitaba un episodio de sonambulismo cuando cayó, ya que sus padres declararon que ya había tenido estos trastornos en el sueño.

En diálogo con Todo Pasa, Arturo Garay, presidente de la Asociación Argentina de la Medicina del Sueño, explicó que el sonambulismo es una especie de "transición" entre la vigilia y el sueño: "Quedan atrapados (los sonámbulos) en el medio y salen haciendo cosas", indicó.

En estos casos se activan áreas del cerebro donde los programas motores, unidos con emocionalidad, hacen que "uno salga sonambuleando, conduciendo un auto o hasta mandando un mail invitando a una reunión".

Este trastorno es más común en chicos que en grandes, ya que lo menores poseen menos inhibición de su control motor. A medida que uno va crece, la posibilidad de sufrir sonambulismo disminuye drásticamente, sobre todo después de los 18 años.

Cómo actuar ante un caso de sonambulismo

Si bien hay muchos mitos en torno a cómo se debe manejar una situación que involucra a una persona en estado de sonambulismo, el especialista destacó que hay que tratar de contenerla y guiarla hasta que lentamente entre nuevamente en estado de conciencia.

Además, explicó que aquellos que sufren sonambulismo, luego tienen "poco recuerdo de lo que le pasó": "Hay casos de gente mandando mails invitando a fiestas, manejando autos, pero después tienen amnesia del episodio".

Sobre el tratamiento para superar este tipo de trastornos, Garay indicó que se trata de cuadros complejos que requieren tratamiento psicológico para reforzar la seguridad emocional del menor, cuestión que influye directamente sobre el control de su propio cuerpo. 

En casos más extremos, también se recomienda reforzar las medidas de seguridad dentro de la casa disponiendo sensores de movimiento en las aberturas para que la familia esté alertada porque es común que "la persona se levante, abra ventanas, o hasta salga de la casa".