Huracán, el cuarto descenso

Huracán sufrió hoy el cuarto descenso de su historia, desenlace inesperado hace dos años, cuando quedó a las puertas de la coronación en el torneo Clausura 2009, pero a la vez un resumen acertado de lo que fue la gestión institucional y deportiva de los últimos años.
La desintegración de aquel equipo deslumbrante con Pastore, Bolatti, Defederico, Angel Cappa y companía acentuó la pendiente, y el llanto de sus hinchas hoy en la Bombonera resultaron tanto de la tristeza como de la queja: la conducción de Carlos Babington viene sumando cuestionamientos desde todos los sectores del club.
El primer descenso de Huracán, que había superado positivamente dos instancias de desempate (en 1949 y 1950, primero en cuatro partidos con Lanús, luego en dos encuentros contra Tigre), fue en la temporada 1986: la condena duró aquella vez cuatro larguísimos años, hasta que volvió a Primera en 1990.
En 1999 volvió a caer a la segunda categoría del fútbol nacional, aunque entonces apenas debió trabajar un año para el retorno.
El último descenso hasta hoy databa de 2003. Como la primera vez, se sucedieron cuatro temporadas hasta que volvió, en 2007.
Desde entonces, y salvo la excepción citada del equipo de Cappa y el "tiki-tiki", Huracán apenas desarrolló campañas discretas, las de las últimas tres campañas resumidas en esta instancia a la que debió someterse: desempate con Gimnasia y Esgrima La Plata, caída inexorable 0-2, nuevo descenso al Nacional.
Ni siquiera la llegada de un "DT-hincha", Roberto "Tito" Pompei, tras la pérdida del rumbo del equipo bajo las órdenes de Miguel Angel Brindisi (otro apellido ilustre devorado por la urgencia, lo mismo que el propio Babington), salvó a Huracán de la debacle.
Lejos de su mejor hazaña, el campeonato de 1973 de la mano de César Menotti; lejos de sus mejores apellidos (decenas, desde Masantonio al propio Pastore, desde Baldonedo a Mohamed, desde Houseman a "Tucho" Méndez), a Huracán le queda ahora aprender de los errores para renacer, para reinventarse.
El lamento es que, como decía el boxeador "Ringo" Bonavena, uno de sus hinchas emblemáticos, "la experiencia es un peine que te regalan cuando ya se te cayó el pelo".