¿Cómo recuperarse del estrés post fin de año?
Diciembre dejó sus huellas, pero enero es una excelente oportunidad para alivianar tensiones.
Diciembre es un mes que se caracteriza por ser estresante. Las Fiestas, las metas propuestas y el esfuerzo en organizar las vacaciones pueden repercutir en nuestra salud. Pero podemos hacer algo para reducir el impacto. Enero es una excelente oportunidad para comenzar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al fenómeno del estrés como las reacciones fisiológicas que en su conjunto preparan al organismo para la acción. Considerado desde este punto de vista, el estrés sería una alarma, un estímulo que conduce a la acción, una respuesta necesaria para la supervivencia que puede ser coherente con las demandas del entorno, o bien, insuficientes o exageradas.
Cuando esta respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo humano y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.
Así podemos diferenciar dos tipos de estrés. El primero podríamos llamarlo ¨fisiológico” o estrés agudo. Se trata de un mecanismo adaptativo a situaciones bien definidas. En esta situación nuestro organismo libera hormonas que ponen al cerebro más alerta, haciendo que los músculos se tensionen y aumente el pulso y la presión arterial. A corto plazo, estas reacciones son favorables porque ayudan a manejar la situación que causa el estrés. Esta es la manera que el cuerpo se protege a sí mismo.
El estrés crónico, por su parte, dura por un período de tiempo prolongado. De esta forma estas alteraciones hormonales al ser permanentes favorecen trastornos tanto psíquicos, como físicos y también inmunológicos (nuestro sistema de defensa) provocando enfermedades tales como: hipertensión arterial, infartos cerebrovasculares, diabetes, obesidad, depresión o ansiedad, problemas de la piel, como acné o eczema; desórdenes menstruales o cáncer.
El estrés crónico puede causar muchos tipos de síntomas físicos y emocionales. Entre ellos están diarrea o estreñimiento, mala memoria, dolores de cabeza, falta de energía o concentración, problemas sexuales, cuello o mandíbula rígidos, cansancio, problemas para dormir o dormir demasiado, malestar de estómago, uso de alcohol o drogas para relajarse, pérdida o aumento de peso, dolores y trastornos generalizados.
Obviamente al acercarse el final del año quizás los síntomas se acentúen debido a la proximidad de las vacaciones, festividades y obligaciones extras que se suman en esta época del año. Si usted presenta y registra alguno de los síntomas es aconsejable consultar a su médico.
Un recurso importante es aprovechar el período de descanso para planificar actividades al aire libre independiente que programe o no un viaje.
Establecer más contacto con la naturaleza; realizar actividad física y de ser posible programar para el año próximo:
Metas cumplibles
Diseñar aspectos de alimentación saludable de la mano de un profesional en salud
Realizar ejercicios de meditación, yoga, lectura
Dosificar el consumo de noticias limitándolo a estar informado pero no “saturado”
Establecer contactos con amistades y familiares que quizás hayamos descuidado en el año
En resumen, intentar tomar el mando de nuestra vida y que el vértigo social no nos empuje a una vida sin rumbo ni sentido.
Quizás estos consejos parezcan utópicos pero los verdaderos cambios se generan desde uno mismo con interés, toma de conciencia y planificación.